Ser testigos: la misión principal

Este mes es dedicado por los cristianos a las misiones. Les comparto el mensaje del papa Francisco escrito para esta ocasión.
Monseñor Juan Carlos Cardenas

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

Este mes es dedicado por los cristianos a las misiones. Les comparto el mensaje del Papa Francisco escrito para esta ocasión.

Pero recordemos qué significa misión: envío. Desde sus inicios la comunidad cristiana se constituyó a partir de la experiencia de ser enviados por Jesús. Mateo 28,19 relata que Jesús mandó a sus discípulos “vayan por todo el mundo y prediquen la buena noticia a todas las gentes”. Esto ha movido a los creyentes de todas las épocas.

La llamada de todos los cristianos a dar testimonio de Cristo.

El papa Francisco recuerda que “este es el punto central, el corazón de la enseñanza de Jesús a sus discípulos”. Dar testimonio de lo que se cree es responsabilidad personal. Cada creyente con su vida, con sus palabras, su modo de actuar, muestra a otros que la inspiración de las enseñanzas de Jesús produce efectos directos y claros de una “nueva vida” convencida y convincente.

Además de ello, el Santo Padre recuerda que este testimonio debe ser también comunitario. Esto significa que cada creyente se sabe perteneciente a un colectivo, trabaja con otros, se compromete con otros, sirve con otros, no para provecho personal sino para agradar a Dios y hacer bien a los demás. La comunidad cristiana en el mundo busca iluminar e inspirar tanto como los primeros cristianos de los cuales otros decían: “miren cómo se aman”.

Anuncio y no proselitismo

Otro aspecto que el Santo Padre resalta del carácter misionero es el del anuncio. La vocación cristiana no es convertirnos en una pequeña elite de creyentes; la vocación cristiana es ir, salir, entrar en contacto con el mundo, hablando menos, pero haciendo más. Donde vaya, el cristiano hace de cada circunstancia una oportunidad para desplegar un estilo de vida que lo hace servidor, lo saca de la indiferencia, lo compromete por un mundo mejor. Así, el testimonio se manifiesta en “amor a todos los hombres y las mujeres de cada pueblo, cultura y condición social”.

Testimonio ungido por el Espíritu Santo

Encarnar los valores del evangelio no es un asunto solo de buenos propósitos y de cualidades personales. Esto es en primer lugar una gracia. Como a los primeros discípulos. Fue justamente después de recibir el Espíritu Santo aquel día de Pentecostés que nos describen los Hechos de los apóstoles, cuando fueron fortalecidos y valientemente se dedicaron a vivir su fe de cara al mundo y no replegados en la seguridad de sus casas o sus lugares de culto.

La vida cristiana no es un debatir intelectual de ideas personales sino ante todo un dejarse llevar por esa luz del Espíritu que nos guía por caminos y modos que no logramos comprender.

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