El 10 de julio comenzaron los diálogos regionales en el departamento de Nariño; específicamente en el municipio de Roberto Payán, reconocimiento al amplio apoyo ciudadano que recibió el presidente Gustavo Petro y la vicepresidenta Francia Márquez durante el evento electoral.
Roberto Payán, desde siempre como otros municipios de Colombia han revelado las problemáticos derivadas de la fuerte violencia por la apropiación del territorio; violencia que cada vez se diversifica para ahondar de inestabilidad social, la vida y el medio natural; lo cual se convierte en una situación inaceptable que somete a sus habitantes a vivir en medio de tensiones y objetivamente en condiciones de abandono.
La precariedad impuesta se ha apropiado como una norma de vida; entorpece satisfacer las necesidades básicas, patentiza la limitación de servicios públicos, empleo y carencia de vías. Estas referencias socioeconómicas son compartidas por entidades gubernamentales; la Defensoría siempre recalca el incremento del fenómeno del desplazamiento, la desconfianza en las instituciones e igualmente las condiciones crecientes de fragilidad social que exponen al atraso aquel territorio de potencialidades importantes.
Los comunicados emitidos por la Defensoría y otros documentos como el Plan de Desarrollo, confirman las penurias materiales y la pobreza multidimensional del 98 por ciento; además se destacan tanto las grandes potencialidades naturales como la laboriosidad de los hombres y mujeres, la esperanza de la juventud, la visión favorable para el trabajo, y la disposición al cambio de sus habitantes que abren las puertas a las soluciones por los medios democráticos.
Se podría concluir, que en las urnas el municipio rescató el compromiso para construir su territorio en hábitat para la vida. Ello, fue producto por la comprensión de su realidad, logrando acciones que integraron a sus habitantes por la apuesta democrática, materializada en el respaldo al presidente Gustavo Petro. Ese resultado es necesario tenerlo presente desde esta etapa que se abrió con la participación en los diálogos regionales, considerados éstos, el primer paso para crear la política territorial del gobierno que debe garantizar la atención efectiva de las regiones marginadas del Estado.
El segundo paso, desde el Sur será ampliar ese logro; capitalizarlo con la participación de otros actores, que son soporte para perseverar en el dialogo. En ese sentido es oportuna la vinculación de la Gobernación de Nariño y de las universidades. También pertinente, que los gremios empresariales, cívicos, los medios de comunicación y la clase política converjan en constituir una imagen de región con futuro.
Es de reconocer, los diálogos no son nuevos en el país; sin embargo, en esta coyuntura necesitan instituirse y articularse con proyectos concretos; correspondiendo a los ciudadanos apropiarse de una visión que apueste por las regiones relegadas y constituyan desde ahora y a largo plazo un epicentro activo que enarbole respuestas desde sus particularidades problemáticas que entorpecen la vida, la paz, la justicia social y la sustentabilidad ambiental.
En Nariño se necesita sumar sociedad hacia los diálogos vinculantes. El ejemplo de Roberto Payán debe superar la referencia histórica.
Por: Germán Caicedo Mora