Redes sociales y guerra sucia

Carlos Santa María.

El martes 5 de este mes el editorial de DIARIO DEL SUR llama la atención sobre el uso de las denominadas redes y propone manejar este mecanismo de un modo razonable, es decir, por sobre el ataque a candidatos a través de infundios y hechos que no son verídicos.

Es un planteamiento propositivo puesto que se basa en el principio de construir idearios, pensamientos, propuestas, por sobre la destrucción de aquello que parece ser contrario a determinados partidos, clanes, clases o simplemente individuos especializados como sicarios de la palabra.

Complementariamente se puede afirmar claramente que las redes ayudan en el perfilamiento de un candidato y lo pueden posicionar mejor que otro, dependiendo de quien posea un equipo de medios tecnológicamente dispuesto para esa tarea. Electoralmente influyen, aunque no son decisorios. 

Lo peligroso estriba en que es muy fácil decir falsedades sobre una persona y que estas se transmitan por quienes leen esas calumnias haciendo casi imposible desmentirlas, especialmente en países donde existe una libertad conculcada que facilita destruir reputaciones sin tener ningún castigo. La razón es que después de realizado el daño es casi imposible que se rectifique.

Lo otro, aún más peligroso, corresponde a la forma como reacciona la gente: ve o escucha una noticia, de inmediato la transmite o envía por sus mecanismos de comunicación y luego queda como una verdad interiorizada. Tampoco la mayoría, si hay evidencias de engaño posteriormente aclaradas, hace el esfuerzo para enviar a todos sus contactos la precisión sobre la denominada ‘fake news’ (falsificación- escenificación) de un hecho no comprobado.

Lo anterior lleva a una reflexión esencial: existen personas que poseen mucho odio en su interior, como sujetos frustrados y angustiados, cuyo malestar les impide pensar reflexivamente o analizar con serenidad, haciendo de las redes sus instrumentos para mentir producto de su insatisfacción con la vida.

La propuesta sabia no puede ser otra que meditar lo que produzcamos, enviemos, recibamos, con el fin de hacer de las redes mecanismos de verdad por sobre la falsificación.

Por: Carlos Santa María

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