Estamos a pocas horas para la realización de las elecciones al Congreso de la República, lo que siempre trae a mi memoria los procesos electorales de antes, en unas épocas en las que nadie había oído hablar de tarjetones, en las que la máxima protección contra los fraudes electorales no era, como ahora, la biometría, sino un sencillo frasco de tinta roja.
Confieso que me gustaban mucho más las elecciones de antes, cuando era joven y bello, según decían mis amigas. Y, ¿por qué me parece que eran mejores?
Pues yo diría que eran más alegres, más jacarandosas, más atractivas que los serios y aburridos procesos electorales de ahora.
En mi época sí se podía decir que las elecciones eran una verdadera fiesta de la democracia, puesto que fiesta era lo que había. En efecto, el día de las elecciones, los partidos políticos que eran solo 3, el Liberal, el Conservador y la Alianza Nacional Popular-Anapo, contrataban papayeras y toda clase de grupos, por lo que se votaba en medio de la música y del baile que se prendía una vez se cerraban las elecciones a las 4:00 de la tarde, algo que nunca ha cambiado.
Además, no existía eso de la Ley Seca, que hoy tanto disgusta a los propietarios de los establecimientos de diversión y desde que se abría el proceso electoral a las 8:00 de la mañana, se jartaba trago a lo desgualetado, sin que ocurrieran episodios desagradables, lo cual en sí era un milagro, puesto que se vivía el sectarismo y la violencia que desataban los seguidores de los partidos.
Si mal no recuerdo, en años recientes, el entonces Presidente de la República, Juan Manuel Santos pensó en la posibilidad de eliminar la Ley Seca en elecciones, pero al pobre le cayeron encima y la cosa no se pudo. ¡Aguafiestas que son!
Entonces, desde hace algunos años nos enfrentamos a unas elecciones aburridas, jartas, lo que explica las razones por las cuales son cantidades las personas que el domingo de comicios prefieren largarse de paseo antes de acudir a las urnas.
Ya no hay papayeras, ni bandas musicales, ni se permiten los alegres gritos de los pregoneros a favor de sus candidatos y también están prohibidas las coloridas camisetas y banderas con los rostros y números de los candidatos.
Por esto, hoy en día, los puestos de votación son tan silenciosos como los cementerios y las bibliotecas y sí a uno lo pescan tomando trago lo mandan a la cárcel. Ahí sí, en lo que tiene que ver con las elecciones en Colombia, afirmó que todo tiempo pasado fue mejor, mucho mejor…
POR: JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ

