Por: Mauricio Fernando Muñoz Mazuera
En la entrega anterior hice referencia al concurso docente desarrollado el pasado 25 de septiembre de 2022 en el cual bajo la modalidad de concurso de méritos se buscaba suplir más de 37.000 vacantes en el Magisterio de todo el país, hablé de la amplia inscripción a este concurso al igual del contexto de este proceso y lastimosamente también toqué el tema de un fenómeno que se está generalizando en este tipo de convocatorias y es el fraude durante los exámenes haciendo uso de todo tipo de artimañas.
El periodista opita Carlos Andres Pérez en un proceso investigativo desarrollado en el departamento del Huila, logró constatar la existencia de varios grupos de WhatsApp en donde se planeaba el fraude a dicho concurso de méritos, según el periodista. «Docentes del Huila ofrecieron hasta 15 millones cada uno para lograr obtener las respuestas de dicho concurso», situación que denota la falta de escrúpulos de un buen número de concursantes que a toda costa buscaron quedarse con una de las plazas ofertadas.
Si bien es cierto en el momento las autoridades judiciales no tienen ninguna denuncia al respecto, son 370 aspirantes de departamentos como Huila, Caldas y Cauca quienes se verían salpicados con esta situación. En algunos casos, varios aspirantes pagaron cerca de 20 millones de pesos para obtener ventaja sobre los participantes que éticamente se presentaron a este concurso sin necesidad de atentar contra la buena fe.
Según Pérez el modus operandi de quienes participaron en el presunto fraude podría dividirse en 3 tipos, el primero fueron quienes se terminaron reuniéndose días antes del examen en fincas cercanas a Neiva y Pitalito para recibir las respuestas a las preguntas del examen, la segunda forma de fraude fue inscribir la presentación de la prueba en Popayán, desde donde se organizo todo este entramado, allí seria más fácil permear la seguridad para poder ingresar con respuestas listas a realizar la prueba, y la tercera forma, la más descarada de todas, es usar los contactos en la Comisión Nacional del Servicio Civil, y adulterar los resultados de las pruebas desde adentro.
Definitivamente queda como evidencia que para un buen número de concursantes era mejor intentar un fraude que usar las sumas mencionadas para prepararse idóneamente y así ganar el concurso de manera limpia siendo consecuentes en primer lugar con lo que buscan este tipo de concursos, que es premiar las capacidad de cada persona y así, encontrar a los aspirantes más capacitados para ostentar los puestos que se han venido ofertando con estas modalidades, alejándose así de la burocracia que, lastimosamente en algunos lugares aun reina, que entrega este tipo de cargos a dedo, o los amarran para entregarlos al mejor postor.
Lo más preocupante es que estamos hablando que quienes se presentan a este tipo de concursos o son docentes o tienen la vocación para la docencia, situación que nos pone ante un dilema moral, pues son quienes desean educar a las futuras generaciones quienes sin escrúpulos buscan quedarse con alguna de las plazas ofertadas en estos procesos, personas que tienen por lo visto en su filosofía de vida la frase «Todo Vale» justificando como diría Maquiavelo «Los medios para conseguir un fin».
Si bien es cierto, no podemos generalizar, este tema pone el dedo en la llaga a los problemas de corrupción que se viven en este tipo de concursos, en la próxima edición seguiremos hablando al respecto, centrando el análisis a las realidades de nuestro departamento.

