P. Narciso Obando.

Tenemos necesidad de Cristo

Hoy y siempre todos tenemos una necesidad insaciable de Cristo, pero quizá no somos conscientes de ello. Quizá buscamos distracciones para no tener que confrontarnos con el Maestro de Galilea. Quizá posponemos nuestro encuentro con su amor.

Pero la necesidad de Cristo sigue allí, incontenible, insaciable, latente, porque solo Cristo tiene palabras de vida eterna. Solo Él es el Buen Pastor que nos conoce y nos ama. Porque solo Él ha traído al mundo la salvación.

Un apasionado de Cristo, Giovanni Papini, expresaba esa idea con fuego y entusiasmo, como quien, tras haber gustado consuelos en el mundo y sus vanidades, sintió el vacío de todo lo que no sea Jesús, hasta que un día descubrió al Maestro.

“Tenemos necesidad de ti, de ti solo y de nadie más. Solamente Tú, que nos amas, puedes sentir hacia todos nosotros, los que padecemos, la compasión que cada uno de nosotros siente de sí mismo. Tú solo puedes medir cuán grande, inconmensurablemente grande, es la necesidad que hay de ti en este mundo, en esta hora del mundo. Ningún otro, ninguno de los talentos que viven, ninguno de los que duermen en el fango de la gloria, puede darnos a los necesitados, a los que estamos asumidos en atroz penuria, en la miseria más tremenda de todas, en la del alma, el bien que salva”. (G. Papini, Vida de Cristo, Oración final).

Sí, ten la plena certeza que solo Cristo trae ese bien que salva, que rescata, que purifica, que ennoblece, que enciende un fuego de amor y de esperanza en los corazones.

Todos tenemos necesidad de Cristo, incluso los que no lo saben. El hambriento se imagina que busca pan, y es que realmente tiene hambre de Cristo. El sediento cree desear agua, y tiene sed de ti Señor. El enfermo se figura desear la salud y su bienestar está en poseerte a ti Señor. El que busca la belleza en el mundo, sin percatarse te busca a ti Señor que eres la belleza entera y perfecta. El que persigue con el pensamiento la verdad, sin querer te desea a ti Señor, que eres la única verdad digna de ser sabida; y quien tras de la paz se afana, a ti te busca, única paz en que pueden descansar los corazones, aun de los más inquietos.

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Sabemos que, si Cristo vino al mundo es para saciarnos con un Pan de vida, es para responder a esa necesidad incontenible que tenemos de fuerza, de consuelo, de perdón, de alegría, de eternidad. Toda la existencia de Jesús se explica con una palabra: Salvarnos.

Cristo vino la primera vez para salvar, para salvar naciste, para salvar hablaste, para salvar quisiste ser crucificado; tu arte, tu obra, tu misión, tu vida es de salvación. Y nosotros tenemos hoy, en estos días grises y calamitosos, en estos años que son una condenación, un acrecentamiento insoportable de horror y dolor; tenemos necesidad, sin tardanza, de ser salvados.

Todos necesitamos de Cristo, porque necesitamos un Salvador definitivo, capaz de vencer el pecado y la muerte, capaz de resucitar y de dar la vida, capaz de mirar a cada uno, con nuestra historia, para ofrecernos su Misericordia.

Desde entonces, podemos empezar a ser, sencillamente, sus amigos, los que comen a su mesa, los que escuchan su palabra, los que se unen como hermanos, los que reciben, como la Virgen María y los Apóstoles, su Espíritu de Amor.

Por: Narciso Obando López, Pbro.