He celebrado, como ningún nariñense lo ha hecho, la designación de muchos de nuestros coterráneos como viceministro. El presidente Gustavo Petro ha sido noble y generoso con los nariñenses en este sentido. Como nunca, podemos afirmar que tenemos representatividad en un gobierno. Y en renglones de relevancia e importancia.
La pregunta que me formulo, es sencilla. ¿Por qué razón no se nombró un ministro nariñense? Y sólo encuentro una respuesta. No estamos a la talla del momento histórico ni contamos con una figura que reúna en sí los ideales de Gustavo Petro.
Somos buenos, juiciosos, dicharacheros y conocedores de la dinámica política tradicional y electoral, pero nada más. Nos faltan ideales, grandeza, nobleza, valor y valentía para romper paradigmas económicos, empresariales, industriales, financieros o culturales. Ni qué decir de esa falta de visión que nos vuelve miopes ante nuestra propia realidad.
«Nos falta valor y carácter para ser ministros. Nos sobra esa dejadez de culebreros que nos ha permitido, hasta ahora, llegar a las altas esferas del poder. Como diría Cantinflas ¡Si yo fuera ministro!».
Nuestros políticos carecen de ideales y se conforman con repetir esquemas y teorías ajenas, no tienen la fortaleza del innovador y se refugian en las viejas estructuras electorales como la única manera de acceder hacia un cargo de trascendencia. Apenas los nombran y se sienten unos Alejandros que conquistaron el mundo. No responden al celular, no saludan, no oyen a su pueblo que forjó su destino.
Una característica muy peculiar de los nuevos ministros es su voz propia. Seres que se han forjado a pulso y que no han necesitado de padrinos políticos para ocupar tan alta y honrosa distinción. Con ellos es posible forjar un nuevo país por cuanto les sobra carácter y voluntad. Son conductores de pueblos y constructores de nuevos ideales y anhelos. No los mueve el simple deseo de poder, de ser simples ministros para oficiar como los mandaderos de turno. No son importantes por ser ministros o viceministros sino por ser ellos mismo en cada una de sus actuaciones.
Bienvenidos los viceministros, espero tengan la capacidad de convocar a profesionales nariñenses capaces, idóneos, visionarios y valientes para generar verdaderos procesos de cambio. Sería una lástima que hagan de su cargo un miserable bastión burocrático para inútiles con capacidad electoral y clientelista. Su verdadero reto consiste en orientarnos hacia un nuevo y renovado destino, contribuir con la construcción de un cambio en nuestros hábitos y costumbres.
Nos falta valor y carácter para ser ministros. Nos sobra esa dejadez de culebreros que nos ha permitido, hasta ahora, llegar a las altas esferas del poder. Como diría Cantinflas ¡Si yo fuera ministro!
Por: Pablo Emilio Obando A.

