Pablo Emilio Obando A.

Si yo fuera ministro

He celebrado, como ningún nariñense lo ha hecho, la designación de muchos de nuestros coterráneos como viceministro. El presidente Gustavo Petro ha sido noble y generoso con los nariñenses en este sentido. Como nunca, podemos afirmar que tenemos representatividad en un gobierno. Y en renglones de relevancia e importancia.

La pregunta que me formulo, es sencilla. ¿Por qué razón no se nombró un ministro nariñense? Y sólo encuentro una respuesta. No estamos a la talla del momento histórico ni contamos con una figura que reúna en sí los ideales de Gustavo Petro.

Somos buenos, juiciosos, dicharacheros y conocedores de la dinámica política tradicional y electoral, pero nada más. Nos faltan ideales, grandeza, nobleza, valor y valentía para romper paradigmas económicos, empresariales, industriales, financieros o culturales. Ni qué decir de esa falta de visión que nos vuelve miopes ante nuestra propia realidad.

 

«Nos falta valor y carácter para ser ministros. Nos sobra esa dejadez de culebreros que nos ha permitido, hasta ahora, llegar a las altas esferas del poder. Como diría Cantinflas ¡Si yo fuera ministro!».

 

Nuestros políticos carecen de ideales y se conforman con repetir esquemas y teorías ajenas, no tienen la fortaleza del innovador y se refugian en las viejas estructuras electorales como la única manera de acceder hacia un cargo de trascendencia. Apenas los nombran y se sienten unos Alejandros que conquistaron el mundo. No responden al celular, no saludan, no oyen a su pueblo que forjó su destino.

Una característica muy peculiar de los nuevos ministros es su voz propia. Seres que se han forjado a pulso y que no han necesitado de padrinos políticos para ocupar tan alta y honrosa distinción. Con ellos es posible forjar un nuevo país por cuanto les sobra carácter y voluntad. Son conductores de pueblos y constructores de nuevos ideales y anhelos. No los mueve el simple deseo de poder, de ser simples ministros para oficiar como los mandaderos de turno. No son importantes por ser ministros o viceministros sino por ser ellos mismo en cada una de sus actuaciones.

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Bienvenidos los viceministros, espero tengan la capacidad de convocar a profesionales nariñenses capaces, idóneos, visionarios y valientes para generar verdaderos procesos de cambio. Sería una lástima que hagan de su cargo un miserable bastión burocrático para inútiles con capacidad electoral y clientelista. Su verdadero reto consiste en orientarnos hacia un nuevo y renovado destino, contribuir con la construcción de un cambio en nuestros hábitos y costumbres.

Nos falta valor y carácter para ser ministros. Nos sobra esa dejadez de culebreros que nos ha permitido, hasta ahora, llegar a las altas esferas del poder. Como diría Cantinflas ¡Si yo fuera ministro!

Por:  Pablo Emilio Obando A.