Luis Eduardo Solarte Pastás

¿Qué pasa en la Udenar?

En Colombia, lo que queda de la Universidad Pública, en este caso la Universidad de Nariño, es una especie de país democrático, en el cual aún se debe permitir que sobrevivan en su interior una inmensa gama de tendencias ideológicas, las mismas que en determinadas circunstancias pueden o no estar de acuerdo con los principios o postulados que la administración de turno aplique en el manejo de la institución.

 En la Universidad, tanto estudiantes como profesores, trabajadores y personal directivo se suelen definir doctrinaria e ideológicamente de izquierda o de derecha, y en algunas ocasiones son miembros activos de cualquier grupo político.

 De ahí que, el proselitismo político tenga una acentuada manifestación en la Universidad de Nariño. Y esto se observa cuando cada secta, grupo, partido o como quieran llamarse, busca fortalecerse frente a los demás para intentar ocupar puestos de importancia en los distintos organismos universitarios y así demostrar su poderío.

 Sin embargo, el sonado “pluripartidismo” que dicen reinar en el Alma Mater en lugar de mantener vivo y con una gran fuerza el concepto de lo que verdaderamente significa una política universitaria para luchar y defender la universidad pública, lo único que ha hecho es dejarlo morir y, por ende, dejar a la Universidad de Nariño a merced de unos cuantos avivatos que la usufructúan a su modo y en su beneficio, pero en detrimento de la mayoría de la población estudiantil.

 Si bien es cierto que en los consejos de Facultad, Académico y Superior hay representantes del estudiantado, estos pasan desapercibidos para la toma de decisiones en lo atinente con los problemas que afronta este importante centro de educación superior en el departamento de Nariño.

Y, si de pronto son tenidos en cuenta, su voz y su voto sólo buscan favorecer  quienes son sus amigos o simpatizantes de su ideología, olvidándose de esta forma de la responsabilidad que tienen ante el resto de los educandos.

 Frente a ese panorama los estudiantes jamás deben olvidar que ellos son el motor principal del establecimiento educativo y que en cada uno de ellos está el deber moral y ético de denunciar las irregularidades que se presenten al interior de la Universidad.

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Pero para ello se requiere que los estudiantes de bien que quieren a su Centro de Educación Superior y se preocupan por su suerte y futuro, estén alejados de la manipulación y de las intrigas que se ejercen contra ellos por parte de algún sector profesoral, de sindicatos de trabajadores o movimientos ajenos al Alma Mater; pues, no deben convertirse en “caballitos de batalla” con la finalidad de que los aprovechen en favor de cualquier interés.

Para la muestra un botón. En esta semana Pasto volvió a ser escenario de los disturbios protagonizados por estudiantes de la Universidad, en razón a que se dice existen ciertas irregularidades administrativas y graves denuncias que involucran a directivos de la institución.

Sin embargo, tanto desde la Rectoría como de los integrantes del Consejo Superior y Académico poco o nada se dice al respecto, simplemente se limitan a defenderse afirmando que no hay denuncias formales. Y allí para todo. Pero cuando el río suena piedras lleva.

Por Luis Eduardo Solarte Pastás