Problema fuera de control

CARLOS DARÍO GALLARDO ARCOS

Carlos Gallardo

El consumo de licor y sustancias psicoactivas entre menores de edad es un problema grave que no solo afecta la salud y el bienestar de los jóvenes, sino que también representa un riesgo significativo para la seguridad vial y la vida de quienes comparten las calles y carreteras con ellos. En ciudades como Pasto, este fenómeno ha cobrado un precio devastador en forma de múltiples muertes por accidentes de tránsito.

Es innegable que la cultura del consumo de alcohol y drogas está arraigada en muchos entornos juveniles, alimentada por diversos factores como la presión de grupo, la influencia de los medios de comunicación y, en algunos casos, la falta de supervisión de los padres de familia.

Esta combinación explosiva de factores ha llevado a que jóvenes, algunos de ellos aún en edad escolar, se vean tentados a experimentar con sustancias que alteran su percepción y capacidad de reacción.

Es fundamental abordar este problema desde múltiples frentes. En primer lugar, es necesario fortalecer las campañas de concientización sobre los riesgos del consumo de alcohol y drogas desde una edad temprana, tanto en el ámbito escolar como en el familiar y comunitario. La educación sobre los efectos nocivos para la salud y la seguridad vial debe ser constante y accesible para todos los jóvenes.

Además, se requiere una mayor vigilancia y control por parte de las autoridades para prevenir la venta y distribución de alcohol y drogas a menores de edad. Esto implica una cooperación estrecha entre instituciones educativas, fuerzas del orden y establecimientos comerciales para garantizar el cumplimiento de las leyes y regulaciones pertinentes.

Por último, pero no menos importante, es fundamental ofrecer alternativas de ocio y desarrollo personal para los jóvenes, que les permitan encontrar satisfacción y diversión sin recurrir al consumo de sustancias nocivas. Programas deportivos, culturales y de voluntariado pueden desempeñar un papel crucial en este sentido, brindando a los jóvenes oportunidades positivas para invertir su tiempo y energía.

En resumen, el consumo de licor y sustancias psicoactivas en menores de edad representa no solo un problema de salud pública, sino también una grave amenaza para la seguridad vial y el bienestar de la comunidad en su conjunto. Es responsabilidad de todos trabajar juntos para abordar este desafío de manera integral, protegiendo así a las generaciones futuras y construyendo un entorno más seguro y saludable para todos.

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