Padre Narciso

Michita linda, bendícenos con la paz

Cada 24 de septiembre la ciudad de Pasto celebra con orgullo la fiesta en honor a Nuestra Señora de las Mercedes, esperanzados en el cese de la polarización política, la violencia y la agresividad generalizada en nuestra sociedad, que tiene como raíz la falta de paz en muchos corazones. El alejamiento y el abandono de Dios aparecen como causa principal de este descontento, de esas sombras que ennegrecen el panorama en que vivimos.

La Michita Linda, como Reina de la Paz pide ante todo una fe viva, la conversión y la oración para conseguir la paz y la salvación de todos los hombres. El significado del título “Merced” es ante todo “misericordia”. La Virgen es misericordiosa y también lo deben ser sus hijos. Esto significa que recurrimos a ella ante todo con el deseo de asemejarnos a Jesús.

El ejemplo supremo de las virtudes femeninas es la bienaventurada Virgen María: La Madre de la Misericordia y Reina de la Paz. Al dirigimos a ella, invoquemos su maternal intercesión sobre nuestras familias, para que puedan ser escuelas de oración, de amor y de paz. Nuestra Señora de las Mercedes, representa a la madre acogedora, de aptitud humilde, señorial, con delicadeza en sus labios y una gran perfección en su rostro, a quien como mujer y madre, le reconocemos el don de la compasión.

Pidamos a la Madre Santísima que dirija su mirada misericordiosa sobre todos los cristianos de estas tierras. A ella pidamos que nos dé valor y fortaleza, de modo que podamos entregarnos generosamente para cumplir la voluntad del Señor.

Imploremos la ayuda de la bondadosa Madre en todo tiempo, lugar y circunstancia: En las dudas, para que las aclare. En los extravíos, para que nos guíe por buen camino. En las tentaciones, para que nos sostenga. En las debilidades, para que nos fortalezca. En los desalientos, para que nos reanime. En las cruces, afanes y contratiempos de la vida, para que nos consuele y finalmente: En todas las dificultades materiales y espirituales.

María, en su advocación de la Virgen de las Mercedes, modelo de paz, nos hace una invitación a pacificar nuestra vida, poniendo especial énfasis en la importancia de la tarea educativa para lograr hombres y mujeres promotores de justicia y paz en medio de las diferencias socio-económicas y políticas, al mismo tiempo que rescata el recto y adecuado uso de la libertad. Nos insta a que aprendamos a ser constructores de paz comenzando con nuestras vidas: Solo un ser humano que es pacífico dentro de sí puede ser transmisor de paz, continuando por nuestras familias hasta que irradiemos paz en todos los ambientes donde nos movamos, siguiendo el ejemplo de María, la Madre de Dios, que contempla al mundo como el don precioso del Creador y es portadora de paz, es la Reina de la Paz.