Después de algunos días de aquella masacre perpetrada en Puerto Leguízamo en contra de 11 civiles en una operación militar, sí, ese es el término preciso para definir dicha intervención, hemos visto diferentes reacciones e investigaciones que dan cuenta de lo sucedido en el Bajo Putumayo. A veces suelo creer en la legitimidad de dicha operación del Ejército Nacional, pero se me vienen a la cabeza 6.402 razones para creer que el actual Gobierno sí es responsable de dichos falsos positivos.
Lo cierto del caso es que llenaron de sangre el río Putumayo y segaron la vida de 11 personas quienes, al fin de cuentas, pagaron el precio de una guerra que muchos de los que vivimos en la ciudad desconocemos en absoluto. Duele ver como estos civiles muertos fueron mostrados como trofeo por parte del ministro de Defensa, Diego Molano, quien ahora se enfrenta a una moción de censura que, seguramente, no va a prosperar ya que tendrá el espaldarazo de la bancada estatal en el Congreso.
No obstante, hay algo que sí rechazo de manera categórica y es cómo los propagandistas estatales han querido lavarle la cara al Gobierno e informar que lo que sucedió en Puerto Leguízamo fue una operación legítima, sin importar el dolor de aquellas familias que hoy lloran a sus seres queridos exhibidos como triunfo militar.
Es inconcebible que estos medios de comunicación pretendan desinformar y mentirle a la gente sobre el error que cometió el Ejército en el Bajo Putumayo. Un error con intención o sin intención, el tiempo lo dirá, pero que ya hizo un daño.
Y si usted, querido lector, me cuestiona el porqué no digo lo mismo sobre el accionar terrorista de los grupos al margen de la ley, solamente puedo decirle que la finalidad de estos grupos, lamentablemente, es la guerra, la violencia y atentar contra la población civil; no obstante, la misión del Gobierno y las fuerzas militares es proteger y salvaguardar la vida de los ciudadanos, no atacarlos ni mucho menos segarles la vida; allí radica la diferencia.
Y más lamentable aún es ver cómo el fiscal de turno cuestiona las propuestas de algunos de los candidatos presidenciales de oposición, pero se muestran silenciosos ante esta masacre perpetrada en el Putumayo, seguramente cubriendo al Ministerio de Defensa.
Es por ello, querido lector, que ad portas de las elecciones presidenciales, pensemos muy bien si queremos que esta situación siga así. A veces somos antipáticos e indiferentes a la guerra porque no crecimos en el campo y nunca sufrimos una toma militar, pero la comunidad que ha perdido familiares por culpa de la violencia estoy seguro que le va a apostar al cambio y no al continuismo.
Por: Juan David Galviz Eraso

