La adolescencia es una etapa considerada como un momento lleno de desafíos y búsqueda de la identidad, pero no solamente para los jóvenes, pues los padres, las madres y los cuidadores también “deben saber” cómo actuar frente a este período, por lo tanto, también son descubridores de infinidad de cosas que se requieren en cuanto al comportamiento de sus hijos e hijas; sin embargo, creo que nunca se está preparado para dicha responsabilidad.
El acompañamiento durante la infancia y la adolescencia es de vital importancia para forjar de manera adecuada mediante el desarrollo; la diferencia es que entre las fases dichas anteriormente hay una brecha enorme, puesto que según expertos, en la niñez los infantes acatan con mejor precisión los consejos u órdenes de la persona que ejerce el rol de tutor o tutora, debido al apego emocional que no han dejado a un lado, al contrario de la adolescencia donde cada ser cree ser autónomo de su vida.
Algunos de ellos puede que no se arriesguen en tomar decisiones fuera de la norma establecida, sin embargo, muchos otros sí. Es ahí donde se debe prestar mayor atención, ya que esta situación se da en la mayoría de los casos a la forma de crianza y a la ausencia de alguna necesidad del menor de edad.
Entre dichas necesidades, muchas de las veces se establece la carencia de afecto entre unos y otros, lo cual afecta en gran manera a la persona que está “abriendo sus alas” para enfrentarse a un mundo diferente al de la inocencia. Situación que es más común de lo que se cree, pues en muchas ocasiones, padres de familia se ocupan tanto de sus responsabilidades como el trabajo, el estudio, las diligencias y más, que olvidan que sus hijos necesitan un cuidado primordial puesto que se encuentran formando a seres humanos que tendrán un rol en la sociedad.
Obviamente nadie es perfecto y no tiene por qué serlo, pero es verdad que en muchas de las ocasiones no se tiene el tiempo suficiente para ello, sin embargo, considero que no hace falta cantidad, sino calidad; eso sólo como uno de los ejemplos que se pueden dar. Por ello, lo mejor que hoy en día se puede hacer es actuar con responsabilidad, ya que el espacio, el tiempo, los recursos y la salud, entre otras; son necesidades básicas que se requieren para tener un hijo/a y que crezca de la manera más sana posible, pues considero que, si seguimos normalizando el reproducirnos sin esas bases fundamentales, va a ser mucho más complicado luchar contra todas las problemáticas que hoy en día tenemos como sociedad.
Por: Tatiana Santacruz