Por: Mauricio Muñoz.
Ya hemos completado más de 8 días en medio de la emergencia que se derivó tras el deslave ocurrido en el sector de Rosas – Cauca, que terminó taponando un buen sector de la carretera que comunica al Departamento de Nariño y el sur del Cauca con el resto del país, y como lo dije el anterior jueves, las soluciones no se vislumbran, pero sí llegan paracaidistas a diestra y siniestra que quieren sacar provecho de esta situación sin importar el drama que se vive en nuestro departamento.
Hoy quiero hablar de un tópico diferente al de las largas filas, al del desabastecimiento o al precio de la canasta familiar por los cielos; hoy quiero recordar algunos mensajes que leí en las redes sociales de varios medios nacionales que dejan claro una tesis que siempre he tenido en la cabeza, no somos de aquí, ni de allá.
Las redes sociales permiten que quienes no teníamos voz ni rostro con el modelo tradicional de comunicación, ahora tengamos una mayor exposición, por esa razón el uso de las mismas debe ser realizado con guantes de seda, y más en medio de este tipo de situaciones. Días atrás observando un video que tenía que ver con la ya me mencionada emergencia, encontré un buen número de comentarios que se expresaban de una manera rencorosa y hasta jactanciosa celebrando las afujías que estamos atravesando como Nariñenses. «Eso les pasa por mamertos», «sigan votando por guerrilleros», «allí está su mesías, que los salve», «allí tienen su merecido por apoyar a la izquierda», entre otros son los mensajes con un buen número de reacciones de aprobación que encontré en dicho video. No falta ser sicólogo para lograr desentrañar el odio que nos tienen algunos colombianos por lo que tenemos en nuestro ADN mirar más allá de nuestras narices y alejarnos de los modelos de represión que ya están anquilosados en otros lugares.
Estamos hablando en el momento, de una situación humanitaria en la cual, se debería sentir el apoyo del país con acciones desinteresadas. Cuando era niño y ocurrió el terremoto en el eje cafetero, recuerdo como en mi colegio hicieron una campaña para recaudar alimentos y entregarlos en la Cruz Roja para que estos lleguen a los damnificados, igualmente cuando sucedió la emergencia en Mocoa, cientos de Nariñenses se movilizaron para llevar ayudas al Putumayo y así aminorar las dificultades que estaban atravesando nuestros vecinos, ahora bien, el deslave para el departamento no tiene la magnitud que las emergencias citadas, sin embargo deja un mensaje, Dios nos libre de una catástrofe puesto que tendremos a los «colombianos de bien» saltando en una pata, celebrando nuestro desastre.
“Los pastusos deben ser aniquilados, y sus mujeres e hijos transportados a otra parte, dando aquel país a una colonia militar. De otro modo, Colombia se acordará de los pastusos cuando haya el menor alboroto o embarazo, aun cuando sea de aquí a cien años, porque jamás se olvidarán de nuestros estragos, aunque demasiado merecidos”. Este fragmento es de una carta escrita a puño y letra por Simón Bolívar a Francisco de Paula Santander el 21 de octubre de 1825, y volviéndola a leer sin caer en la delgada línea del «chauvinismo» como dirían los literatos, historiadores e intelectuales natos, destila rencor por donde se la mire, el mismo que se puede sentir de los comentarios que traje a colación en mi escrito.
Pero tengo una noticia para quienes se alegran y ensalzan por nuestra dificultad, a pesar de las órdenes y la sorna aquí seguimos de pie, en medio de las dificultades continuamos nuestras vidas y lo seguiremos haciendo, porque tenemos un “no se qué”, que no nos hace amilanar ante las pruebas, esa inteligencia y perspicacia innata está allí, y es la misma que nos permite presentarnos a concursos para proveer cargos a nivel nacional y ganar dichos cargos incluso en tierras lejanas, simplemente porque los Pastusos de tontos no tenemos ni un pelo. Esa es la misma sabiduría y vivacidad que tienen nuestros jóvenes que están diseminados en las mejores universidades del país obteniendo los cupos no por amaño, sino por inteligencia, ese mismo don que nos hace sentar nuestra voz cuando hay que hacerla, en contra de prelados foráneos con ínfulas de sabios, políticos corruptos, líderes inescrupulosos o magnates sin valores. Los calendarios pasarán, y con la venia del altísimo, desde el mar hasta el Galeras existirá un pueblo pujante, de gente trabajadora y servicial, que buscará progresar a pesar de los troncos que ponga en su camino cualquier fuerza, porque así somos, Nariñenses berracos.

