Monseñor Juan Carlos Cardenas

El rosario: una oración actual

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro

Octubre es reconocido por los católicos como el mes del Rosario. Esto tiene un fundamento histórico: El 7 de octubre de 1571 se libró la batalla de Lepanto que dio fin a la expansión del imperio Otomano, en una victoria donde los turcos eran más de cien mil, mientras que los que defendían el Mediterráneo eran ochenta mil.

En la víspera de esa batalla los católicos salieron a las plazas de los pueblos con antorchas encendidas para rezar el Rosario pidiendo contener la amenaza que se cernía sobre el Continente Europeo. Como la victoria se dio, esto se atribuyó como un milagro obtenido por intercesión de la Virgen María.

El impacto de este acontecimiento, fortaleció la devoción de los católicos al Rosario que había sido promovido desde el año 1208 por Santo Domingo de Guzmán. El Papa Pío V instituirá como fiesta litúrgica el 7 de octubre, para honrar a María con el título de Nuestra Señora del Rosario.

Pero más allá de esa historia con trasfondo bélico, se resalta que en el corazón de los católicos esta oración con más de 800 años de historia es tenida como un medio para hacer llegar hasta Dios las súplicas de las manos de María. Quiero destacar estas características del Rosario.

Oración sencilla. En el tiempo que se reveló a Santo Domingo esta oración, el acceso a la Sagrada Escritura no era masivo; además las tasas de analfabetismo eran muy altas. De alguna manera, las 150 avemarías que componían el rezo del Rosario, reemplazaban la oración que con los 150 salmos hacían los monjes. Así que la gente que no sabía leer, se hacía partícipe de esa espiritualidad, con el rezo del Rosario.

El Rosario está basado la antigua tradición espiritual que fundamenta la oración en la recitación de breves jaculatorias, fáciles de memorizar. Las repeticiones de las avemarías buscan sintonizar el corazón del creyente con Jesús, invocando a la Santísima Virgen María.

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Oración cristocéntrica. Si bien se relaciona al Rosario con la figura de María, esta es una plegaria que tiene en el centro a Cristo. Cada uno de los grupos de 10 avemarías que componen el Rosario invitan a contemplar algún misterio de la vida de Jesús.

Tradicionalmente se tenían tres grupos de misterios: los gozosos, dirigidos a los episodios del nacimiento e infancia de Jesús; los dolorosos, enfocados en la pasión y muerte del Señor; y los gloriosos que apuntan a la Resurrección y Pascua de Jesús. El papa Benedicto XVI introdujo los misterios luminosos, que se centran en la vida pública de Jesús.

En resumen, es una bella plegaria en la que con María, aprendemos a confiar la vida al cuidado del Señor.