Juan Carlos Cárdenas Toro

Exigencias del discipulado

Este XIX Domingo del Tiempo Ordinario el Evangelista Lucas, en el capítulo 12, 32-48, va más al fondo en la radicalidad de lo que exige ser discípulos del Señor Jesús.

Con su llamado a no hacernos esclavos de lo provisorio y poner primero al Reino de Dios, en esta ocasión el Señor Jesús plantea varias “exigencias – recomendaciones”. Consideramos estas tres:

 

No tener miedo

Desde el punto de vista humano siempre será difícil liberarse de las seguridades que aparentemente nos ofrecen las cosas temporales. Por ello Jesús continúa su enseñanza a los discípulos con palabras de aliento: «No temas, pequeño, rebaño, porque el Padre de ustedes ha tenido a bien darles el Reino».

Con ello, Jesús nos anima a confiar más en el Padre Dios que es providente y nunca nos va a desamparar. Nos invita a poner nuestro corazón en el de Padre celestial, el verdadero y definitivo tesoro. El miedo es un muro que bloquea la capacidad de construir nuestro proyecto de vida en las manos de Dios.

 

En presencia del Señor

Antiguamente existía la imagen de un ojo encerrado en un triángulo que representaba a Dios que lo sabe todo. Tal vez la imagen parece un poco intimidante; sin embargo, desde la perspectiva positiva el mensaje es que debemos construir nuestra vida de modo tan coherente que no temamos a la mirada de Dios. Vivir siempre en la presencia de Dios significa contar con Él.

En fin, vivir en la presencia de Dios, es llevar la vida de manera que no sintamos miedo de pensar que Él puede salir a nuestro encuentro en cualquier momento, porque estamos preparados. Es bueno asumir esta consciencia, no desde el miedo sino de la cercanía amorosa de Dios.

loading...

 

Lealtad con el Señor

La tercera “exigencia – recomendación” que propongo considerar es la de ser leales con el Señor. Entre otras definiciones, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española entiende la palabra leal como referida a “alguien fidedigno, verídico y fiel en el trato o en el desempeño de un oficio o cargo”.

Es, tarea de los discípulos del Señor comprender que incluso nuestra propia vida viene de Dios y debemos administrarlo todo: la vida, las relaciones con los demás, el manejo de los bienes, nuestras decisiones y tantas cosas más, como el administrador que sabe que al final deberá dar cuenta de la transparencia con la que las gestionó.

Como dice el texto bíblico, se trata de prepararse y actuar siempre de acuerdo a la voluntad de Dios. Pero recordemos bien: actuemos en todo movidos por el amor, no por el temor.

Propongámonos construir una vida sin miedo, coherente, transparente, capaz de abrazar los valores definitivos.

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro