El próximo domingo serán las elecciones presidenciales. El resultado cualquiera que sea será crucial para Colombia en todo aspecto, pero particularmente para sus relaciones internacionales. De la ruta del gobierno a partir del 7 de agosto, la cabeza del ejecutivo marcará el compás de la marcha para mucho tiempo en el futuro; estamos pensando en nuestra América. Colombia es el país con más futuro, (así lo estiman los expertos internacionales), si no nos equivocamos en la elección del domingo. Meditemos sin apasionamientos ni temores fantasiosos como expropiaciones, castro chavismo, y otros cuentos de brujas, ni tampoco de paseos al mar, o darles droga a los drogadictos o sea poner el queso a los ratones. Cada ciudadano piense serenamente quien es el mejor dejando a un lado las agresiones y las mentiras de ésta sucia campaña de la que estamos asqueados.
Si no nos equivocamos, nuestros nietos tendrán un país digno del que se enorgullecerán y recordaran con gratitud a sus mayores de otra generación, que es esta, la que estamos viviendo construyendo o destruyendo según si acertamos el domingo. Para lograrlo, lo primero es ir a las urnas y al resultado final a las 4 de la tarde en paz, cualquiera que sea el elegido. Cuando lo hagamos tengamos presente que no somos enemigos sino diferentes.
El mundo está pendiente de lo que seamos en 3 días, pero más aún nuestra Patria Grande, aquella de Simón Bolívar que va desde el Rio Grande en la frontera norte en México, hasta el Cabo de Hornos en la Patagonia, enmarcados por dos océanos como ventana al globo terráqueo, esa es América que espera lo mejor de la partecita norte de Sudamérica donde vivimos los colombianos.
Este y no otro será el mejor aporte a nuestra historia, a nuestro futuro a nuestros descendientes por siglos y el homenaje a nuestro viejos ya idos.
Por: Carlos Álvarez.

