Uno depende de otro y de manera lógica. Los dos constituyen un potencial de pensamiento que de diferentes formas manifiesta el ser humano como inmediata reacción a un estímulo de orden externo y que está en condición de exteriorizarlo en determinados sectores. Son facultades que todos tenemos que aprovechar.
René Descartes decía: Pienso y luego existo. En este caso sería pienso y luego hablo o escribo. Cerebro y lenguaje son indispensables en la cotidianidad y más aún cuando ese accionar tiene como receptor a todo un conglomerado social. A veces la inmediatez hace caer en lo contrario. Se dice y después, aunque puede ser tarde, se piensa.
En la vida cualquier actividad por sencilla que parezca implica un aprendizaje y hoy cuando estamos ad portas de elegir Presidente de la república se toca el aspecto político en donde también hay mucho que aprender porque en su verdadero sentido está dirigido a prestar un servicio a la comunidad y poner en marcha nuevas propuestas que conlleven cambios estructurales en el actual sistema.
«A quienes aspiran a ocupar el solio de Bolívar les acompañe la satisfacción de haber ganado con la conciencia tranquila de convencer con obras y lenguaje limpio a todo el pueblo».
Lo grave es que tanto candidatos como población en capacidad de votar, han tomado a veces como principal argumento y sin necesidad el lenguaje hiriente, agresivo revanchista y lleno de expresiones que apresuradamente se lanzan como si fuera el método más adecuado para conseguir que sus dirigentes alcancen la meta anhelada.
En los llamados debates pareciera que socializar los planes y plataformas de gobierno pasa a un segundo plano y sí desafortunadamente se abre paso al desprestigio entre contendores como estrategia para ir según ellos adquiriendo poder de convocatoria. Eso no debe existir y más, en una sociedad civilizada.
Para ser coherentes y consecuentes con la misión que les encarga la democracia los dos factores indispensables en el quehacer de la política conducen a llegar hasta el elector con decoro y gallardía: Cerebro que ayuda a pensar lo que se propone y que el pueblo espera en aras de buscar siempre el cambio. Lenguaje que siendo tan rico es para utilizarlo con claridad y con ello convencer a través de planteamientos claros y realizables.
Más que una advertencia es una reflexión que debe aplicarse en las campañas para que a quienes aspiran a ocupar el solio de Bolívar les acompañe la plena satisfacción de haber ganado con la conciencia tranquila y el aire fresco de convencer con obras y lenguaje limpio a todo el pueblo urgido de encontrar una fórmula que edifique un nuevo país.
Ese es un viejo clamor de los colombianos. Dios lo permita.
Por: Sofonías Rodríguez M.

