Jorge Carvajal Pérez

Recuerdos del pasado de Pasto

Los chinos que se las saben todas y las que no se las saben se las inventan, aseguran que una buena fotografía dice más que mil palabras.

Quienes durante muchos años hemos incursionado en el periodismo sabemos que esa afirmación es rigurosamente cierta y es así como en el mundo hay cantidades de fotos legendarias en las que en una sola imagen se plasman momentos transcendentales de la historia las cuales han contribuido a eternizarlos.

Personalmente, quién sabe por qué atavismo, siempre me han encantado las fotos antiguas y cuando comencé a trabajar en los periódicos cualquier momento libre que tenía lo aprovechaba para visitar el archivo fotográfico.

Estoy hablando de la fotografía de papel, puesto que se manejaban las cámaras de rollo y el cuarto oscuro para el revelado, ya que faltaban todavía muchos años para que apareciera la fotografía digital.

He querido hacer ese preámbulo para destacar el libro del reconocido escritor de Samaniego Julián Bastidas Urresty, en el que hace una excelente recopilación de las fotografías que, comenzando la década de los años 40, captó en Pasto el educador y fotógrafo alemán Horst Martin, quien en su calidad de profesor de gimnasia y música estuvo por Colombia, ocasión que aprovechó para plasmar en su lente una enorme cantidad de fotografías de las diferentes regiones del país, de las cuales Pasto no fue la excepción.

En efecto, el alemán estuvo por la ciudad en los ya lejanos años 40 del siglo pasado y se dedicó a tomar fotos a diestra y siniestra, las cuales hoy se constituyen en un valioso testimonio de cómo era en ese entonces el aspecto de la capital nariñense; gráficas matizadas con las imágenes de hombres, mujeres y niños de una calidad extraordinaria que hoy nos hacen emprender un maravilloso viaje al pasado, lleno de recuerdos y nostalgias.  

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Confieso que soy un ferviente admirador de las fotografías en blanco y negro, varias de las cuales perfectamente pueden considerarse como obras de arte, puesto que su belleza y nitidez nada tienen que envidiarles a las fotos digitales de ahora. Tengo una colección de varias de ellas y en especial me impresiona por su extraordinaria calidad una fotografía tomada por allá en la década de los 50, de una de las tribunas del estadio El Campín de Bogotá, llena de aficionados, en la que es posible observar con una nitidez impresionante los rostros de cada una de las personas.

Por eso sentí una gran emoción al tener en mis manos el libro de Julián Bastidas Urresty, quien tuvo el gran acierto de rescatar el trabajo gráfico que hace más de 80 años realizó el fotográfico alemán Horst Martin en las calles de un Pasto lleno de añoranzas, muy diferente al de este nuevo milenio.

POR: JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ