Vuelve y juega, un docente de inglés de un colegio público del suroriente de Pasto, inició su clase virtual puntualmente a las 2:00 de la tarde para decir lo siguiente: “A su correo les envío el texto que deben traducir y lo entregan a las 6:00 de la tarde”, y finalizó su clase.
Una clase por la que recibe un sueldo, que se suma a su pensión, y que tan solo dura máximo 3 minutos.
Para algunas personas esta actividad promueve la autonomía de los estudiantes, colocando a prueba su disciplina y responsabilidad para hacer trabajos, sin embargo, si antes de pandemia el horario laboral de los docentes era de una jornada, la pregunta es ¿por qué ahora se reduce a 3 minutos?
Reitero que estoy a favor de que los estudiantes deben regresar a clases en un ambiente seguro para ello, y aún no se cuentan con esas condiciones, pero que eso se convierta en una excusa para dejar de lado la calidad educativa no tiene sentido.
Este hecho saca a la luz la falta de compromiso de algunos docentes, que no tiene en cuenta que estos tiempos requieren de mayor esfuerzo para hacer clases didácticas mediadas por la tecnología y cargadas de calidad para compensar.
Para algunos estudiantes, esta clase de 3 minutos es una ventaja porque no tienen que estar alrededor de 6 horas cada día en un aula de clase que, en ocasiones, se convierte en una metodología anticuada y desactualizada porque es repetir las mismas temáticas a lo largo de los años.
Puede que para algunos la educación secundaria no sea fundamental, pero no todos podrán ingresar a la universidad por diferentes motivos, ojalá todos lo hiciera o encontraran su vocación en otra actividad que les brinde frutos más que económicos de tranquilidad y felicidad, pero volviendo a la realidad, la formación media debe ser tenida en cuenta con la importancia que merece y no puede convertirse en un relajo para aquellos que deberían ser los mentores.
Mi propuesta no es sobre la presencialidad o virtualidad, es sobre lo que demuestra un docente en medio de la dificultad, solamente cuando se coloca a prueba la calidad es cuando se aprecia el profesionalismo y capacidad de los profesores, que lastimosamente a algunos no les funcionó dedicarse a esta bonita labor.
Por: Johana Gil Bolaños

