Ricaurte Losada Valderrama

El acuerdo de participación  ¿camino hacia la constituyente inconstitucional?

El Estado y el ELN dieron a conocer el Acuerdo  de Participación de la Sociedad en la construcción  de la paz, en el cual se destaca la necesidad de un Gran Acuerdo Nacional, con participación de distintos sectores nacionales, regionales y locales,  argumentando, como es  indispensable,  que la  paz  requiere del concurso de  todos.

Proponen cambios  necesarios en el régimen político, para que tengan cabida   todas   las   opciones   y  opiniones,  para desarrollar la democracia, para  garantizar  la justicia,  la dignidad  y el bienestar como  fundamentales  para la paz.

Asimismo, se habla de un modelo económico que   supere   las desigualdades, así como de impulsar nuevos modelos sostenibles y propios de producción  en los que el Estado cumpla su responsabilidad social.

También proponen una política  ambiental que discuta las formas de relación con la naturaleza, los territorios y las poblaciones y dialogar sobre la  relación entre los  seres humanos y los restantes  seres vivos.

Además, una educación y cultura, como un proyecto de sociedad que se nutra y fortalezca desde las diversidades  sociales, concebidos como procesos fundamentales para formar una sociedad activa, deliberativa, crítica y propositiva.

Se trata de un proceso de participación  que vincule al conjunto de la sociedad; que incorpore enfoques  diferenciales y que reconoce a la sociedad como sujeto histórico y político de las transformaciones y que busca enaltecer y hacer efectivo su derecho a participar y a construir  condiciones  de vida  digna.

Asimismo, convoca  a asumir  el  compromiso de todos en la construcción de un país democrático  y en paz, que garantice un camino efectivo para eliminar la violencia de la política y a cerrar el largo ciclo de guerra, a través de un Movimiento  Nacional por la Paz y las Transformaciones,  mediante la participación de la sociedad en su conjunto, participación que se propone debe ser activa, propositiva, incluyente, deliberativa, eficaz, con autonomía y vinculante.

Hasta aquí  se habla de un compromiso de las partes, pero luego se agrega que los acuerdos  adoptados  por la Mesa en relación con las transformaciones  son de obligatorio cumplimiento, es decir, vinculantes para el Estado y la guerrilla y que deberán convertirse en políticas de Estado, en programas y proyectos que se articulen  con el Plan Nacional de Desarrollo y los planes  de desarrollo    vigentes   y  futuros.

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 Y los  principios de eficacia y autonomía, también generan  dudas, pues se dice que la  participación debe lograr consolidar   un  Plan  Integral   de  Transformaciones  que contribuya a un Gran Acuerdo Nacional y sobre la autonomía se establece que “las partes respetan  las iniciativas y dinámicas  de las organizaciones, pueblos y sectores  en el proceso  de participación, propendiendo  por su fortalecimiento  en el marco de la   construcción  de la paz, las transformaciones y un Gran Acuerdo Nacional”.

Qué bien, por generaciones, a gritos lo necesita el país. Todo esto y mucho más es indispensable siempre que se respete la Constitución, modificándola por los cauces institucionales  y no como un camino hacia una constituyente inconstitucional.

Lo afirmo como asiduo promotor de una Asamblea Constituyente, desde cuando se expidió la Constitución, por ser la única manera de realizar los cambios de fondo que  también a gritos requiere Colombia, a los cuales me he referido en otras ocasiones.