Mauricio Muñoz.

IRREAL REALIDAD

Por Mauricio Fernando Muñoz Mazuera

En el año pasado tuve el gusto de asistir a un concierto en Bogotá en el estadio El Campín, el grupo que se presentaría era Gund and Roses y su telonero sería Aterciopelados, cuando comenté que iba a disfrutar de este concierto, un buen número de personas me dijo «prepárate para los desmanes, un humo constante con olor a alucinógenos y personas borrachas a diestra y siniestra».

Realmente iba preparado para lo peor al asistir al concierto, es más, producto de lo que vivimos en Pasto cuando hay un evento o similar, llegué con demasiada antelación al Campin esperando largas filas y un  desorden monumental, pero ¡Oh Sorpresa!, Llegue a la entrada que debía tomar e ingresé a uno de los 3 anillos de seguridad que permitían tanto a uniformados como al personal de seguridad del estadio realizar los controles necesarios para evitar desórdenes o el ingreso de elementos no permitidos al concierto,  después, ya en las graderías del estadio personas de logística ubicaban a los asistentes a las sillas que correspondían, en pocas palabras, un evento soñado que me sorprendió de principio a fin.

En la ubicación en la que me encontré no hubo desmanes, las personas que consumieron bebidas alcohólicas lo hacían sin ninguna dificultad y el asqueante olor a marihuana no se percibió por ningún lado. Al momento de salir lastimosamente no hubo la previsión respectiva de abrir más puertas para el desalojo de los asistentes al estadio, por eso el proceso fue demorado pero sin mayor contratiempos, y el camino tanto a Transmilenio o a los parqueaderos fue totalmente tranquilo, eso sí, la cantidad de personas al rededor del estadio capitalino hicieron que todo fuera más lento, pero sin problemas, en pocas palabras, para lo que fui preparado ni por las curvas.

Días atrás asistí al partido entre Deportivo Pasto y Atlético Nacional en el estadio Libertad, y lastimosamente la experiencia fue terrible, una vía caótica, sin espacios propicios para parquear los vehículos, la inseguridad a flor de piel y ese constante olor a alucinógenos que hacen de asistir al estadio un acto no apto para cualquier persona.

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Cualquiera que lea estas líneas podría alegar que dichos  eventos no tienen punto de comparación, pero la reflexión no se debe quedar en lo elemental sino que va más allá, ¿Porque en Pasto no se puede realizar un verdadero anillo de seguridad que permita llevar a cabo un verdadero control  en el estadio y sus alrededores antes, durante y después de cualquier eventos? Simplemente pareciese que no importa la seguridad de los asistentes a partidos de fútbol o concierto, sino que prima es la venta de boletas y listo.

Por otro lado frente al consumo de estupefacientes durante estos eventos, me surge una triste reflexión, ¿Acaso el evento es tan aburrido que deben escaparse de la realidad para disfrutarlo, o en cambio, el deporte ahora obligatoriamente debe estar ligado a los alucinógenos?.

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Varias veces lo he dicho y los sostengo, los estadios hace mucho tiempo dejaron de ser un recinto familiar y se convirtieron en el escampadero de algunos para consumir cualquier cantidad de elementos nocivos amparados en el libre desarrollo de la personalidad, eso sí, desconociendo e irrespetando a quien comparte lugar, y con el paso del tiempo la situación no mejora, por el contrario, empeora.

El que tenga oídos… que oiga.