Manuel Rosero

Vuela alto Andrés

Todos sabemos que algún día la vida tiene que terminar y la muerte nos acecha a cada momento y su sombra nos puede cobijar sin preámbulos, sin aviso alguno.

Siempre he tenido claro que este día puede llegar, como todo el mundo sabe que la vida, al final, es un ciclo. Pero una cosa quizás sea saberlo y otra muy distinta vivirlo, y eso nos pasó con mi compañero Jairo Andrés Legarda, quien se desempeñaba como diseñador gráfico en DIARIO DEL SUR.

La vida debe vivirse con pasión y entrega a cada instante porque esta es muy corta y dura lo que dura una canción o mucho menos, y ha llegado el día en que debemos despedir o dar el último adiós a un excelente amigo, el cual Dios nuestro Padre ha decidido llevárselo al cielo.

No contar con su presencia nos sumerge en un profundo dolor porque no volveremos a ver a esa persona en forma física, como lo hemos venido haciendo hasta antes de su fallecimiento. Sin embargo, debemos tener la esperanza de que ahora su alma se encuentra en compañía de Nuestro Señor gozando del paraíso terrenal.

Hoy hemos perdido un amigo muy valioso, una gran persona, llena de valores, dadivosa, trabajador y juicioso que siempre nos entregó todo su amor y ternura.

Pero debe quedarnos el consuelo que nuestro amigo ya descansa en paz en la gloria del Señor y que algún día podremos encontrarnos con él, porque todos llegaremos al fin de nuestras vidas. Demos un aplauso a nuestro hermano que ya está en la gloria de Dios.

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Adiós nuestro buen amigo, nos veremos cuando sea el momento de que nosotros también estemos en la eternidad.

Ha llegado el momento de despedir a nuestro compañero, hoy le decimos hasta pronto, porque solo se nos ha adelantado en este camino hacia el cielo y la gloria del Señor, pues tarde o temprano nos reencontraremos en el cielo para vivir rodeados de la grandeza de Dios.

Hoy nuestros ojos derraman muchas lágrimas y es comprensible por el gran amigo que hemos perdido, el cual ha sido un obsequio grandioso de Dios en nuestras vidas. Sabemos que nos volveremos a encontrar en la eternidad cuando nos llegue la hora de partir de este mundo y volver a compartir momentos juntos como antes.

A pesar de nuestra tristeza debemos tener la esperanza y pensar que nuestro hermano se encuentra feliz en ese nuevo mundo y fuera de todo sufrimiento.

Por: Manuel Antonio Rosero Trejo