Precisamente en estos días que tengo la atención fija en la lectura del libro de Max Weber El Sabio y La Política, mis amigos Córdoba Obando me escriben por el WhatsApp que su padre, Don Marco Tulio ha muerto. Coincidencias de esas que el azar nos depara para ponernos a pensar en esa magia con la cual a veces se revisten los sucesos significativos, en ese tirar de los dados que cualquier día nos sorprende con un par de ases sin que hayamos deseado tal resultado. Es que se muere Don Marcos en el día que paso la página del libro y me adentro en la parte del texto que habla de los hombres que viven de la política y de aquellos que viven para la política, una observación acuciosa que hace el autor y que obliga, por estos días, a buscar entre los candidatos de todos los pelambres tanto para el congreso como para la presidencia cuál es cuál.
Me dicen que don Marcos se ha muerto y la expresión no puede ser más que correcta puesto que dada las circunstancias como se desarrolló (el que para los que disfrutamos de su compañía siempre será un infortunado acontecimiento) la muerte no lo sorprendió puesto que bien supo esperar, como cuenta su hijo Álvaro, a que sea ella la que cumpliera con la cita para la cual le había puesto fecha especial.
Sí, don Marcos se murió quizá durante los mismos minutos en los que quien aguardaba volverlo a ver para conversar sobre política subrayaba entre los escritos por Weber los renglones en donde habla de las dos maneras de hacer la política, una por vocación y otra por necesidad de lucro, o se vive para la política o de ella.
Aunque es difícil así no más creer que hayan existido y que aún se encuentren esos hombres y mujeres que han convertido la política en una parte de su vida, si lo hubo y los hay y para ejemplo el mejor botón de la camisa: Don Marcos Tulio Córdoba Sotelo.
Nadie mejor que el incansable marchante de los primeros de mayo y organizador de aquella protesta en contra del peaje del cebadal para ilustrar esta parte del libro. Ningún otro campesino y obrero tan recto en quién personificar al líder vocero de sus comunidades como el ciudadano Marcos. Muestra real de que si existe esta especie de rara avis, como lo es el luchador libre que en su definición está bien separado del caudillo y del pastor mesiánico, precisamente por no depender de la aspiración a vivir del botín, como nos han llevado a creer que es normal este tipo de políticos que apuntan a coronar su carrera con la riqueza producto del saqueo, del cual los que viven de la política buscan siempre beneficiarse y permiten que se lucren sus cuadas
No por razones diferentes al único partido al que estuvo afiliado fue el de la esperanza en la llegada de un gobierno justo y capaz de transformaciones sociales gracias a las cuales nadie se quede sin la posibilidad de estudiar, obtener un trabajo digno y disfrutar del bienestar al que todo ser humano tiene derecho aquí en la tierra. Esperanza que mantuvo verde hasta el último día de sus 90 años, porque en la gente buena el optimismo es la fuerza que la mantiene de pie y le permite sembrar la calma para cosechar tranquilidad en un terreno tan fértil como lo es una familia cultivada con sencillez y honradez.
Mañana no estará don Marcos y el comentario sobre el último suceso quedará inconcluso, después de mañana a la cábala sobre el futuro de este país le faltará una carta.
Por: RICARDO SARASTY

