Soy un convencido de que cuando la corrupción se vuelve mediática o viral, debemos aprovecharla para no dejarla pasar y así aportar en su castigo. Ahora todos podemos contribuir para que la mejor amiga de la corrupción, la impunidad, pase a ser su enemiga.
Lo sucedido con el ascenso del Unión Magdalena es una vergüenza, pero aquí debemos tomar el camino que nos corresponde como sociedad. Es cierto que la ambición al dinero genera una red delictiva, pero los principios y valores de esos individuos estarán en juego, cuando deban aportar en los proyectos de vida de sus hijos y nietos.
Para empezar a acabar con la impunidad necesitamos cultura de honorabilidad en las nuevas generaciones, eso se demorará, no obstante, lo que sí podemos hacer es el rechazo social. Por ejemplo, si no pasa nada con el Unión Magdalena, se puede convocar a una protesta, no asistir al estadio en Santa Marta; la dignidad de un pueblo debe estar por encima de una hinchada.
También, cuando usted se encuentre con un corrupto en un restaurante, por ejemplo. Si bien la justicia no pudo hacer nada porque seguro el juez pertenece a esa red delictiva; usted sí puede levantarse de la mesa y retirarse, ya que su moral no le permite compartir con alguien que le roba los sueños y metas a los demás. Sea rico, pero sin afectar a nadie.
Aunque el deshonesto empieza en casa, cuando no le devolvemos el dinero de las vueltas a nuestros padres; no lo podemos comparar con el corrupto que se roba el erario para su bienestar. Claro que el capital aporta en la felicidad del ser humano, pero si para lograrlo le está perjudicando el proyecto de vida a otro, no merece el respeto de los honorables, que sin duda somos más.
Por: Emilio Jiménez Santiusti.