Jorge Carvajal Pérez

William y Leidy, los vendedores de las estrellas del Mundial

Por: JORGE HERNANDO CARVAJAL PÉREZ.

Frente a las instalaciones del Éxito centro, me encontré con dos amigos a quienes estimo mucho, William Alexander Ruales y su esposa Leidy Narváez, quienes por estos días andan ocupadísimos en lo que tiene que ver con la venta del álbum y las láminas del Campeonato Mundial de Fútbol Catar 2022, actividad en la que ya tienen varios mundiales encima.

A menos de dos meses para el comienzo del torneo, ellos me dicen que ahora sí el álbum y las láminas, se comenzaron a vender bien, a pesar de que al principio hubo cierto desánimo quizá causado por la ausencia de la Selección Colombia. Pero, ahora el negocio comenzó a crecer y el gran premio que todos los coleccionistas esperan encontrar en los sobres, son las láminas de Cristiano Ronaldo y Lionel Messi, que son las más díficiles, además de las láminas extras.

Pero si los necesitan William y Leydi, sin ser agentes de futbolistas, se los consiguen a muy buen precio. Pregunten por ellos, frente al Éxito, Centro.

Este encuentro me hizo acordar que el primer álbum que llené del Mundial de fútbol, fue el de Inglaterra 1966, pero no por eso me vayan a hacer quedar mal con mis admiradoras y salgan a decir que estoy cuchungo.

Eran otras épocas. En primer lugar, el álbum era la mitad del de ahora, puesto que solo participaban 16 selecciones y no 32 como se han venido disputando los más recientes mundiales. Tampoco se incluían los técnicos, los escudos ni los estadios y las láminas no eran autoadhesivas. Por eso, mi mamá me preparaba un viscoso pegante con almidón de yuca, al cual al secarse se inflaba por lo que el álbum tomaba el grosor de un libro de ml páginas.

Recuerdo que las láminas más difíciles eran las de Pelé de Brasil a quien los defensores rivales en una época en la que no existían tarjetas amarillas ni rojas, ni el VAR, molieron a patadas y golpes y las imágenes de los porteros de la exótica selección de Corea, equipo que según los “expertos” iba de relleno, pero que terminó dando una sorpresa inolvidable.

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En efecto, los coreanos terminaron eliminando a Italia, uno de los favoritos al título, con un solitario gol de Pak Doo Ik, un jugador aficionado, como la mayoría de los coreanos, puesto que era un dentista, por lo que no le quedaba tiempo de entrenar.

¿Qué tal si lo hubiera tenido? Como anécdota, los italianos acusaron a Corea, de cambiar sus jugadores para el segundo tiempo, aprovechándose de su gran parecido físico. La demanda fue desestimada, pero la duda queda…

Lo cierto es que Corea no solo logró la hazaña de pasar a cuartos de final, sino que, en su partido siguiente con Portugal, iban ganando 3-0 y parecían camino a semifinales. Solo que al frente se les apareció un verdadero monstruo, Eusebio que, con 4 goles, remontó al final el marcador 5-3 a favor de Portugal. ¡Qué tiempos aquellos!