Nicolás Escobar Bejarano

Vallejo, el irreverente

La semana pasada terminé la lectura del libro “El cuervo blanco” (2012), de Fernando Vallejo. Se trata de un enriquecedor relato alrededor de la vida y obra del autodidacta Rufino José Cuervo, un hombre que dejó huella en el idioma castellano; la narrativa resulta ser una maravillosa cátedra ortográfica al mejor estilo del polémico Vallejo.

Buscando críticas sobre el libro, terminé topándome en internet con una censura que realizó El Espectador a Fernando Vallejo hace un poco menos de 10 meses. Bueno, vamos por partes: según palabras de Fidel Cano Correa (periodista y director de este periódico), dicho diario invitó a Vallejo para que escribiera columnas de opinión referentes a la pandemia (término que para aquel entonces resultaba innovador); lo anterior con la intención de expandir la mente y escuchar otro tipo de opiniones en diferentes ramas del conocimiento.

En efecto, el escritor paisa publicó un par de columnas en donde hablaba de cómo había cambiado el mundo y de paso, nosotros por razón del Covid-19. Sin embargo, el problema llego cuando Vallejo envió un escrito titulado: “El huerfanito”, en donde se descargaba contra el escritor Héctor Abad Faciolince, autor de la novela “El olvido que seremos” (2005) -que recientemente fue ganadora del premio Goya, en su edición 2021, en la adaptación cinematográfica-. El escrito generó el rechazo de la casa editorial y fue motivo suficiente para que Vallejo se abstuviera de publicar en dicho periódico.

 

«Después de leer varias obras de Fernando Vallejo, encuentro un problema y es que no existen corrientes literarias donde incluirlo, es decir, el tipo se escapa a todos los parámetros».

 

El debate por este hecho se trasladó a las redes sociales, en donde los seguidores de Vallejo, acusaban al diario de censurarlo y, por otro lado, los seguidores de Abad Faciolince quemaban en la hoguera al escritor paisa al acusarlo de ser un engreído, prepotente y egocéntrico.

Lo cierto es que Fernando Vallejo hizo lo que siempre hace: decir lo que da la gana y no pedir permiso para eso. Lo cual no es bueno ni malo, simplemente es una manifestación de la fidelidad a sus principios, además de a su autonomía y originalidad -que siempre lo han caracterizado-.

loading...

Por un lado, la línea editorial hace parte de un periódico, pero no hace parte de la vocación ni labor de un escritor. El escritor que pida permiso para escribir lo que piensa dejaría de serlo. La literatura no se conjuga con las mismas reglas y códigos que sí tiene el periodismo y a las cuales debe responder. No hay límites en materia literaria. Vallejo tiene licencia para escribir lo que se le antoje (todo escritor la tiene) pero a Vallejo se le olvidó que no escribía un libro suyo sino para las páginas de un periódico que no es de su propiedad. No era el escenario o el medio apropiado para decirlo -así de simple- y eso hay que entenderlo, pues el periódico se reserva el derecho de admisión según su línea editorial, perspectivas e intereses.

Después de leer varias obras de Fernando Vallejo, solamente encuentro un problema y es que no existen corrientes literarias donde incluirlo, es decir, el tipo se escapa a todos los parámetros de definición. Es único, maldito, iconoclasta, escéptico, todo eso y más, más allá. ¡Se quedaron en pañales Bukowski, Cioran, Sade al lado de Vallejo!

Por: Nicolás Escobar Bejarano