Sofonías Rodríguez.

Urbanidad a la colombiana

A la colombiana, frase de ordinaria connotación, de baja categoría que disuena cuando de casualidad se utiliza con el riesgo de no ser bien recibida, más si se trata de adoptar una postura correcta en cualquier actividad o trabajo a desarrollar con sentido totalmente contrario de lo que debería ser. Y una de las más afectadas es la que se refiere a los buenos modales, es decir la urbanidad.

Ese conjunto de normas y principios relacionados con los modales y el comportamiento que el individuo debe aplicar en la sociedad y que tanto maestros como padres de familia manejaban con estricta exigencia, hoy se considera para algunos capítulo cerrado y cada quien actúa libremente y sin necesidad de ordenados protocolos.

En aquel entonces el saludo era el principal gesto de educación y la gente era capaz de identificar a niños o jóvenes que ponían en práctica esas rectas maneras de dirigirse a los demás para mostrar la cultura que se recibía en el hogar o en la escuela. Eran tiempos donde junto a todas esas relaciones humanas iba implícito el respeto no sólo de lo que era autoridad sino a nivel de amigos o compañeros.

 

«El ejemplo más palpable es que un gran sector de los jóvenes no saludan, primero porque creen que la modernidad no contempla este tipo de expresiones”.

 

El ejemplo más palpable es que un gran sector de los jóvenes por lo general no saludan, primero porque creen que la modernidad no contempla este tipo de expresiones y porque si lo hacen se interpretará entre compañeros y amigos que siguen pegados de las viejas costumbres.

En el núcleo familiar, la urbanidad a la colombiana empieza por la impuntualidad en el horario de comidas. Cada quien llega a la hora que quiere. Los padres pierden la autoridad por el capricho de los hijos. Las normas de higiene y de educación nunca se cumplen y lejos de aplicar buenas maneras lo que se impone es el desorden en todos los aspectos.

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En el uso del lenguaje la urbanidad pasa a un segundo plano, o se la ignora cuando el trato entre unos y otros no es el mejor con el uso de vocabulario irreverente y a veces grosero que hacen más evidente que “a la colombiana” es lo más fácil y que la gente se ha acostumbrado a ese proceder. Las insinuaciones sobre la cultura a la hora de compartir en familia pasan inadvertidas.

En síntesis, lo que se aprendió de los mayores y maestros a muchos nos ha servido y somos agradecidos, pero hoy tiene tan poca validez sobre todo en la juventud movida por la tecnología y las redes sociales, ajena a ser parte de una sociedad moldeada en principios y valores. La urbanidad a la colombiana está de moda.

Por: Sofonías Rodríguez M.