Los datos sobre el estado de miseria en el que viven muchos habitantes en todo el planeta, dados a conocer por organismos internacionales, son aterradores.
Dicen que hay más de 800 millones de hambrientos en el mundo; 864 millones de seres humanos desnutridos; 25.000 muertes diarias a causa del hambre y la pobreza; 11 millones de niños menores de cinco años mueren diariamente en los países subdesarrollados; el hambre mata un niño cada cinco segundos en el mundo; familias pobres destinan el 70% de sus ingresos para proveerse de una defectuosa e insuficiente alimentación; un millón de niños mueren anualmente por deficiencia de vitamina A; en los países pobres, seis de cada diez niños sufren de retardo mental debido a la carencia de hierro; incluso en los mismos países industrializados, nueve millones de habitantes sufren de desnutrición, y lo alarmante, es que en vez de disminuir, el número de hambrientos aumenta a un ritmo de cuatro millones por año.
Estas cifras deberían preocupar a los presidentes de las grandes potencias del mundo, pero ellos prefieren invertir millones de dólares en la fabricación y compra de armas.
¿Pero a quién la importa eso?, a ninguno de los grandes magnates, ni a los mandatarios de las naciones ricas, pues para ellos es mucho más importante obtener cada día más poder y tener a los demás a sus pies.
El momento que atraviesa actualmente la humanidad es realmente grave, doloroso y sorprendente si se piensa en términos de cómo y porqué el hombre, habiendo alcanzado tan altos niveles de desarrollo científico y tecnológico, ha hecho del planeta un lugar de desigualdad e injusticia en vez de buscar en él la armonía y la seguridad para todos sus habitantes.
Tanta desigualdad social terminará por destruir al planeta y Colombia no se queda atrás, siendo uno de los países con el mayor número de desigualdad social.
Por todo esto, el mundo necesita de mejores seres humanos, que vivamos en hermandad y en vez de preocuparnos sólo por lo material, pensemos más en los demás.
Ojalá se acaben las envidias de unos a otros, la injusticia, la intolerancia y toda esa serie de males que afectan a los humanos.
Así mismo, esperamos que se acaben las guerras, porque miles de niños, jóvenes y adultos mueren diariamente en distintos lugares del mundo y todo ese derramamiento de sangre no tiene ninguna justificación.
Por:Jaime Goyes Andrade

