Gustavo Petro - Foto Presidencia

UNA EXPERANZA EN MEDIO DE LA OSCURIDAD

A pesar que los antecedentes no son propicios no podemos negar que la reciente convocatoria de la Iglesia Católica a “desarmar la palabra”, acto sin precedentes que contó con la presencia del presidente de la República, Gustavo Petro, quien se reunió con fuertes detractores, como el presidente del Congreso, Efraín Cepeda y otros líderes, tiene, por expresar lo menos, un aroma de esperanza y reconciliación.

Por ello, consideramos que fue una reunión cargada de un hondo significado, puesto que no todos los días, se reúnen alrededor de una mesa para hablar de paz, los más altos jerarcas de la Iglesia Católica, el presidente de Colombia y los representantes de los más altos poderes del país.

Es una lástima, eso sí, que este encuentro en la Curia Arzobispal de Bogotá, haya tenido como causa principal, el atentado criminal en contra del senador y precandidato a la presidencia de la República, Miguel Uribe, así como la escalada terrorista que se sufrió en los últimos días en el suroccidente del país, hechos que precisamente son atribuidos a los insultos y agravios que comienzan a caracterizar las campañas políticas, de cara a las elecciones al Senado, Cámara de Representantes y, a la presidencia de la República del próximo año.

En ese sentido, nos parece de transcendental importancia que se haya dado este primer paso de dialogo, cuyo objetivo es bajarles el tono a las palabras altisonantes y las agresiones verbales, que muchos consideran como causa de los hechos de violencia que se han presentado en las últimas semanas. Por ello, creemos que fue reconfortante, que varios de los principales protagonistas de esos enfrentamientos verbales se hayan sentado a la mesa para dialogar y firmar un acuerdo de ruta, en el que el compromiso fue cesar los ataques y trabajar de manera unida por la reconciliación y la unidad.

Lo q ue se buscó concretar en el marco del encuentro, es que todos nos escuchemos, respetemos y valoremos, dejando a un lado las expresiones de ataque, agresión e injuria, que se han venido utilizando desde principios del año y acentuado desde que comenzaron las campañas políticas.

Sobre el particular, la clave del mensaje que entregó la Iglesia Católica, es el llamado, para que en efecto, desarmemos la palabra y rechacemos toda clase de violencia, como manera para resolver los conflictos.

Indudablemente, le correspondía a la Iglesia Católica, como permanente promotora de paz intermediar en esta situación, en la que el odio contaminó las campañas políticas, devolviéndonos a unos tiempos de enorme convulsión política, que creíamos superados, en una etapa nefasta, en cuyo desarrollo, fueron asesinados 4 candidatos a la presidencia de la República.

De allí que califiquemos esta intervención y llamado de la Iglesia Católica, como un acierto loable desde todo punto de viste, dada las difíciles circunstancias por las que estábamos atravesando, por lo que este propósito de la iglesia de apelar al dialogo y al entendimiento, ni pudo llegar en mejor momento, cuando ya estamos viviendo con intensidad las campañas políticas. Por lo tanto, es la hora para que el Gobierno Nacional, cese sus insultos, acusaciones y recriminaciones, mientras que, al mismo tiempo, pide respeto a los demás. También, para ser justos, la oposición no se debe dejar llevar de este juego y olvidarse de la demagogia y los ataques sin ton ni son, lo que lamentablemente han convertido a nuestra política, en una letrina, rebosante de inmundicias.