POR: Danny J. Marcillo
Preocupación es lo que sienten los habitantes de la capital nariñense debido a los continuos sinestros viales que se han presentado en varios sitios de la ciudad y también en diversas zonas del departamento de Nariño. En estos días, los habitantes de Pasto se han despertado con las noticias de una serie de accidentes automovilísticos de proporciones devastadoras. Es como si estuviéramos enfrentando una epidemia invisible, tan mortal como cualquier virus y, en muchos aspectos, más evitable.
Estos accidentes, cada uno trágico y desgarrador en su propia forma, nos obligan a reflexionar, a actuar y, más importante, a asumir nuestra responsabilidad como conductores. Estos incidentes deben servirnos como un llamado a la acción. Debemos entender que la conducción responsable no es una opción, sino una obligación. Cada decisión que tomamos al volante tiene el potencial de cambiar vidas, para bien o para mal.
Es momento de decir basta. Basta de conducir bajo la influencia del alcohol o de cualquier sustancia que altere nuestras capacidades. Basta de ignorar las normas de tráfico y de subestimar los riesgos asociados a la velocidad, basta a la distracción al volante. Basta de tomar a la ligera la responsabilidad de conducir un vehículo.
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Es esencial que todos hagamos nuestra parte para cambiar esta trágica tendencia. Eso significa prestar atención al reglamento de tránsito, conducir de manera segura y defensiva, y nunca, bajo ninguna circunstancia, conducir si hemos consumido alcohol o alguna sustancia que altere nuestras capacidades. Significa ser conscientes de que nuestras decisiones pueden tener un impacto directo y a veces mortal en la vida de los demás.
Además, es fundamental recordar que la responsabilidad de la seguridad vial no recae sólo en los conductores. Las autoridades tienen el deber de garantizar que nuestras calles y avenidas sean seguras, que las señales de tráfico sean claras y visibles, y que las regulaciones se cumplan estrictamente.