Con total dolor, frustración, rechazo, impotencia y rabia escuché las declaraciones de un exmilitar quien confesó el asesinato despiadado de civiles hace unos años por parte del Ejército como estrategia para mostrar bajas guerrilleras en la época de la ´Seguridad Democrática’. En resumidas cuentas, esto responde a los falsos positivos, los cuales yo prefiero llamar un genocidio de estado.
Da dolor ver el sufrimiento de aquellas familias que perdieron a sus hijos, esposos, padres, quienes iban con el sueño de trabajar, pero fueron asesinados vilmente por estos soldados. Es despiadado pensar que el estado, que debe ser garante de la vida del ciudadano, haya cometido tal atrocidad.
Si usted querido amigo creció en la ciudad y nunca vivió una toma guerrillera o no fue víctima de la violencia, no comprenderá en total magnitud lo sucedido en diferentes regiones del país. No obstante, ese hecho no nos debe quitar la empatía y la solidaridad con estas familias afectadas por la violencia.
Lo que si es necesario que el estado responda es ¿Quién dio la orden de estas ejecuciones extrajudiciales?, muchos sabemos quién fue el artífice de estas atrocidades y quien aún se encuentra en libertad influyendo en el camino de Colombia.
Quizá los soldados que perpetraron estas masacres, tal como lo denunciaron ante la JEP, respondieron a una presión de sus superiores quienes les exigían resultados y tuvieron que recurrir a este hecho. Este hecho no les quita la responsabilidad en estas masacres, pero si es necesario que los gobiernos anteriores respondan.
Y peor aún, es como medios de comunicación estatales, o propagandistas del Gobierno, salen a desvirtuar lo sucedido y pretenden pasar a las víctimas de los falsos positivos como guerrilleros legítimos. Es por eso que destacó lo hecho por la JEP para esclarecer este genocidio de estado y reparar a estas familias afectadas. ¡Con razón el actual presidente estaba loco por acabar con la JEP!
Ante ello, ad portas de las elecciones presidenciales, usted querido lector tiene la responsabilidad de elegir si quiere que este tipo de atrocidades sigan sucediendo en Colombia tal cual como pasó en Puerto Leguízamo, Putumayo, o si verdaderamente le apuesta a la paz. La guerra con sangre ajena es agradable, pero cuando nos toca la puerta de la casa si es cuestionable.
Elija bien, querido lector, que las cosas ya se van decantando de cara a las elecciones presidenciales y los promotores de la guerra, la violencia, los genocidios de estado, van en firme con su candidato de cara a gobernar cuatro años más de continuismo y violencia.
Por: Juan David Galviz Eraso

