A través de ‘Springsteen: música de ninguna parte’ ya disponible en cines, las audiencias viajan al interior de la mente creativa de uno de los músicos más queridos y respetados de los últimos 50 años.
La película es protagonizada por Jeremy Allen White y se centra en un período específico de la vida de Bruce Springsteen, cuando el legendario artista de Nueva Jersey gestó y grabó Nebraska, considerado un álbum crucial, atípico y sorprendente dentro de su discografía.
Su director, Scott Cooper, se propuso homenajear este momento tan especial en la historia de Springsteen.
«En el fondo, es la historia de un alma desamparada que se repara a sí misma a través de la música»
Para Cooper «Bruce venía del enorme éxito de The River y desde afuera parecía que todo iba bien. Pero por dentro, se estaba desmoronando silenciosamente, experimentando una especie de vértigo emocional».
Esta biopic es el retrato honesto, crudo y profundamente emocional de ese viaje espiritual y musical, un punto de llegada de un proceso que comenzó con un best seller y poco a poco fue cobrando vida de la mano de un equipo mágico.

Una historia cautivante sobre el nacimiento de un áklbum icónico
Esta cinta está basada en Deliver Me From Nowhere, el libro del escritor Warren Zanes publicado en 2023 que se convirtió en best seller.
Los productores Eric Robinson y Ellen Goldsmith-Vein vieron gran potencial cinematográfico en la historia de Zanes, enfocada en el proceso emocional que atravesó Springsteen, marcado por la depresión, el impacto de la fama y traumas no resueltos vinculados a la relación con su padre.
La historia transcurre entre 1981 y 1982, cuando el artista había concluido su exitosa gira de The River y, angustiado y agotado, se refugió en una casa tranquila en Colts Neck, un pequeño poblado cerca de su ciudad natal, Freehold en Nueva Jersey, para descansar y recuperarse.
Aislado, Springsteen comenzó a enfocar su creatividad en los rincones más oscuros y melancólicos de la humanidad, inspirándose en fuentes tan diversas como los relatos de la escritora estadounidense Flannery O’Connor, la película de 1973 Mundos bajos de Terrence Malick, y el álbum debut del dúo punk neoyorquino Suicide, lanzado en 1977.
El libro abría la posibilidad de crear una película biográfica que desafiara al género y honrara su intimidad y especificidad. Con un discurso honesto, la dupla de productores convenció a Zanes y obtuvo los derechos para adaptar su obra.

Bruce Springsteen dio el visto bueno
Para que la biopic viera finalmente la luz, faltaba el visto bueno del mismísimo Bruce, conocido por haber rechazado numerosos proyectos de ficción sobre su vida.
La clave para lograr ese “sí” tan anhelado llegó de la mano de Cooper, un realizador que el músico admiraba y con quien conectó de inmediato durante un primer encuentro en Nueva Jersey.
«Había visto Loco corazón, así que tenía claro que Scott sabía cómo manejar la música en una película»
La conexión profunda entre el artista y el director se extendió a lo largo de todo el proceso de producción de la película.
Springsteen y Jon Landau, su manager de larga data, dieron sus opiniones durante el desarrollo del guion, intervinieron en el diseño de producción, hicieron aportes durante el proceso de casting y colaboraron estrechamente con White en la etapa de ensayo y durante el rodaje.
Para Cooper ha sido una de las más potentes y conmovedoras de su vida, y el director espera que el público tenga sensaciones similares al ver la película.
En este sentido, concluye: “Si alguien sale del cine y quiere ir a su casa y sentarse en silencio a escuchar atentamente el álbum Nebraska, entonces sentiré que he hecho bien mi trabajo”.

