Nariño ha sido un territorio que por mucho tiempo ha estado fuera del panorama del gobierno central de Colombia; ha sido un pueblo marginado, invisibilizado y condenado al exilio. Pero esto no quiere decir que este territorio de gente pujante no haga parte del país; es momento de que el gobierno nacional ponga su mirada en este departamento que por el incremento de las precipitaciones tiene a 45 de los 64 municipios afectados.
Y es que, según lo reportado por el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales, Ideam las lluvias se extenderán hasta finales del mes de junio, si en este momento las entidades territoriales y regionales ya no pueden hacerles frente a las afectaciones no me quiero imaginar el futuro cercano; hasta el momento en el departamento se han presentado 117 eventos, 82 deslizamientos, 23 inundaciones y 9 avenidas torrenciales.
Nariño, es un territorio que ha logrado mantenerse y salir adelante por sus propios medios, por la entereza y valentía de sus habitantes, por los líderes y lideresas barriales, sociales, comunales que le han apostado a mejorar esta región, sin embrago, es momento de que el gobierno nacional asuma su papel como garante de los derechos de los colombianos, incluidos los nariñenses, quienes hemos sido abandonados por mucho tiempo.
Hasta el momento ha habido pérdidas materiales exorbitantes, pero lo más doloroso es que cuatro personas, incluida una menor de edad han muerto a causa de los deslizamientos y las inundaciones. 2 mil 962 familias han sido damnificadas; 260 tramos viales se han visto afectados, 69 viviendas destruidas, 1.600 en riesgo, 21 instituciones educativas tienen problemas de infraestructura, 63 acueductos averiados, 2 mil 100 hectáreas de cultivos se han perdido.
Lo peor es que este panorama que ya es desalentador, podría continuar empeorando ya que las lluvias con pararán. Por eso desde este departamento del sur de país enviamos un SOS al gobierno nacional y a toda Colombia para que atienda de manera articulada esta situación, que necesita reubicar familias, realizar estudios y obras de mitigación del riesgo, planes de reasentamiento, alivios económicos para productores y comerciantes, recursos para acueductos y reparación de vías.
Pero lo más importante es que los damnificados necesitan ayudas humanitarias, alimentos, ropa, abrigo, y atención psicosocial. Desde Nariño requerimos la presencia del estado, es hora de trabajar de la mano de este pueblo que a pesar de ser exiliado nunca se rinde.
Por: Christian Benítez Ramírez

