Chucho Martínez

Sombrero sandoneño

Por: Chucho Martínez

El sombrero sandoneño o jipijapa, hecho de paja toquilla o iraca tiene su origen en la Colonia en Mexico, Bolivia, el sur de Manabí Ecuador y llega a Sandoná en 1905.

La iraca se cultiva en las montañas y sus faldas, pasa por un tratamiento de cocinado y pintura natural. El tejido es manual, los hilos se traban, desde el empiezo, se abrazan y se anudan alternadamente, se sube hasta la copa y baja hasta las alas, dejando para lo último el remate de los bordes en un trenzado en forma de espina de pescado. Cada cruce de hilos lleva un pensamiento. Luego es llevado a maquinas para los cocidos y moldeados. Los sombreros más finos se hacen con delgadas fibras de paja, preparadas especialmente para darle una mayor flexibilidad y fortaleza, su tejido es imperceptible, dadas las delgadas fibras que se utilizan. Estos sombreros se los puede doblar como pañuelo sin que se deterioren y luego darles la forma que se quiera. Son más costosos.

En esta artesanía participan 8 corregimientos de Sandoná, 44 veredas y más de 7 mil artesanas, el 25% de habitantes, especialmente mujeres, en su mayoría campesinas que salen cada fin de semana a Sandoná a vender sus sombreros. También participan habitantes de municipios cercanos como Consacá, Ancuya, Linares, Yacuanquer y Sotomayor siendo Sandoná el centro de acabado y comercialización.

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No es fácil conseguir sombreros con el sello de “Hecho en Sandoná”, porque los compradores mayoristas le ponen marcas de otras regiones como el aguadeño, ecuatoriano o panameño. El sombrero de Sandoná es apetecido en los EE.UU, por su frescura para trabajos en verano, mejor que los sintéticos como los chinos por muy bien copiados que sean. El sombrero sandoneño también se pasea en pasarelas europeas.

Solo en marzo de 1985, la Cooperativa Femenina Artesanal COOFA logró el SELLO DE ORIGEN otorgado por Artesanías de Colombia y del Instituto Colombiano de Normas Técnicas Icontec. En el 2004 fue premiado en concurso sobre biocomercio sostenible, convocado por el Instituto Humboldt. 

Su precio ha subido por el alto costo de la materia prima, hoy escasa porque sus productores se están dedicando a actividades más rentables. Los gobiernos tienen la palabra para preservar este patrimonio artístico, artesanal y socioeconómico. Fuente: Jorge Mideros Rosero. mide51@yahoo.es