Mauricio Muñoz.

Una sociedad enferma

En esta semana se presentó un hecho de lamentar en el sector de Las Lunas, una persona grabo los instantes después de un accidente de tránsito en el cual, un habitante de calle había muerto, según las primeras informaciones, esta persona bajo el influjo de estupefacientes, se lanzó ante el paso de un camión, situación que dejo como resultado la muerte del habitante de calle, en la narración del video en mención, quien sube el mismo expresa que esta es una práctica habitual entre las personas consumidores de alucinógenos que no miden los alcances de sus acciones.

Escribo estas líneas porque, si en el inconsciente colectivo está presente la idea que las drogas son nocivas para las personas, no entiendo la razón por la cual no se hace una condena social fuerte al consumo de dichos alucinógenos, sino que por el contrario, el uso de los mismos se busca legalizar como si se tratará de cualquier alimento necesario para el hombre.

He escuchado mucho la frase que las drogas no son nocivas, y que se pueden usar de forma recreativa, pero entonces ¿porque se dan situaciones de personas que terminan destruyendo sus vidas a raíz de probar este tipo de alucinógenos? En redes sociales se sale a defender a los consumidores de estos alucinógenos normalizando el uso de los mismos, pero decir que este no es un problema de salud pública es desconocer realmente una situación que ya se encuentra enquistada en nuestra sociedad y a la cual no se le presta la atención necesaria.

Si estas drogas son elementos inofensivos, entonces ¿porque las personas mueren por sobredosis o producto del trastorno de la realidad causado a raíz del uso de estas sustancias? Tengo muy presente el caso de la cantante Amy Winehouse, una mujer que rebosaba talento y juventud y que era distinguida por su gran calidad vocal, una de esas voces privilegiadas que enriquecen el panorama musical, sin embargo, su luz se fue apagando poco a poco a raíz del consumo de estupefacientes, los cuales no solo destruyeron paulatinamente su círculo familiar, sino que termino cegando su vida tras una sobredosis.

Ahora bien, si estos hechos son de manejo público, y se conoce que puede pasar tras el uso de estas sustancias, sigo sin comprender ¿por qué se piensa en legalizar la comercialización de las mismas y no la penalización real de estas conductas?

Es que hoy estamos hablando de un habitante de calle, se pensaría que sin dolientes, pero esta no es una realidad ajena a ninguno de nosotros, hay momentos apremiantes en la vida que llegan a destruir el devenir normal de las personas y allí, la tentación de usar estas sustancias para escapar de la realidad y así sobrellevar la situación que se está viviendo está a la orden del día, y es que en el preciso instante en el que se necesita una mano amiga que de un buen consejo, aparece aquel personaje siniestro que en medio de un invitación a recrearse, se termina “tirando” la vida de quien no tiene una mente fuerte para salir adelante en medio de los problemas de la vida.

Probar drogas no te hace fuerte, por el contrario te hace débil, alienado y enfermo, en las manos de cada uno de nosotros está el final de este flagelo, formando a las nuevas generaciones con el criterio suficiente para que hagan oídos sordos a cualquier invitación nociva y demostrando apoyo a las iniciativas que busquen erradicar no solo el consumo, sino la comercialización de este elemento con hedor a pobreza mental y muerte.