Por: Sofonías Rodríguez M.
Empiezo por retomar un concepto reciente de mi gran compañero y amigo Bernardo Andrade Tapia,insigne educador, cuando dice” El preescolar ha muerto. Ahora cogen a un niño de 4 años y lo ponen a hablar y a escribir, a hablar de números y después de 6 horas de clase le dejan tareas. Qué pasó con el desarrollo sicomotor y la importancia del juego?. El conocimiento no sirve para nada, si no desarrolla la inteligencia”
Totalmente de acuerdo y algo más. Hay unas instituciones que están laborando y otras todavía en vacaciones, por razón de calendario, pero en ambos casos, sobre todo en colegios privados, los padres de familia no sólo están preocupados y algo desconcertados por la excesiva asignación de trabajos extraclase, para los cuales deben apersonarse y ayudarles para que los chicos cumplan.
En este tipo de actividades los mayores deben ayudar a los pequeños tanto en el aspecto tecnológico con computador, audios, videos e imágenes sobre un determinado tema, así como con materiales para armar maquetas, trabajos manuales, o dramatizados. Y no es que estemos en desacuerdo con el desarrollo académico, pero un poco más dosificado y con alguna consideración para padres e hijos.
«Tradicionalmente siempre los maestros explicaban el tema y los trabajos se desarrollaban en el aula, como evidencia para comprobar en qué medida los alumnos asimilaban y cumplían el proceso desde la teoría a la práctica».
Ante las diarias tareas en las que deben acompañar a sus hijos, muchas mamás se quejan porque deben multiplicarse sacando tiempo y siempre trasnochando, cuando ellas dependen también de un trabajo y de los mil y uno oficios como amas de casa. Argumentan que requieren de un tiempo y de algún conocimiento básico. De lo contrario les obliga a aprender.
Hoy en estos casos el aprendizaje es múltiple con papá y mamá, se especializan en consultas o investigaciones todo por sus hijos, muy diferente a recientes épocas cuando los progenitores se limitaban a preguntarles en casa a los estudiantes al término de sus labores, si les dejaron trabajos. Y muchas veces el niño o el joven por irse a jugar con sus amigos o compañeros, simplemente decía que no.
Además tradicionalmente siempre los maestros explicaban el tema y los trabajos se desarrollaban en el aula, como evidencia para comprobar en qué medida los alumnos asimilaban y cumplían el proceso desde la teoría a la práctica. Ojalá con buenos oficios y dentro de un diálogo cordial con las directivas y profesores, se reconsidere el exceso de trabajo escolar.

