El maní es un fruto seco que según los expertos ayuda a calmar la ansiedad a la hora de comer, es reconocido porque elimina el colesterol malo y genera cantidad del bueno. Investigaciones recientes dicen que es anticancerígeno y combate el crecimiento de la próstata, contribuyendo a disminuir los síntomas de esta enfermedad, mejorando el flujo urinario de estos pacientes.
Cada vez que mi mamá salía de compras de Tangua a Pasto, con el propósito de surtir su tienda de pueblo, con la cual nos crió y educó, porque nunca tuvo empleo diferente al de ser ama de casa, uno de sus regalos predilectos era unos paqueticos de maní, en unas ocasiones de dulce y en otras de sal.
Cada vez que llegaba a casa, la abrazábamos y la recibimos con mucha alegría y sin demora alguna metíamos nuestras manos a sus bolsillos, porque sabíamos que en ellos siempre encontrábamos maní o colaciones, con los cuales nos deleitamos, mientras ella continuaba sus labores domésticas hasta quedar agotada, pero satisfecha de habernos alegrado la vida.
Así, como el maní es la vida, unas veces nos sabe a sal y otras a dulce. Así como el maní es la democracia. Unas veces nos alegra la vida y otras nos trae profundas decepciones. En unas ocasiones ganamos y en otras perdemos. Sin embargo, ganemos o perdamos la vida continúa. Si no trabajamos no comemos, porque nadie nos va a dar sancocho gratis. Si nos dan un día no lo habrá para toda la vida.
Hoy nos encontramos en una encrucijada que esperamos que se resuelva el 19 de mayo cuando elijamos el nuevo presidente de los colombianos. Ese día la democracia, a unos les permitirá disfrutar del triunfo y sentirán un fuerte sabor dulce y los perdedores empezarán a experimentar un sabor salado que con el tiempo empezará a perderse mientras las labores cotidianas les permitan superar sus penas. ¿Como la vida continúa, para qué pelear por el sabor del maní si este sigue siendo en su esencia el mismo? ¡Si no trabaja no come!
POR: VICTOR RIVAS MARTINEZ.