RICARDO SARASTY

SÍ AL ALZA DEL DIÉSEL 

Lo que no explican los dueños de las portentosas máquinas de carga es que hasta ahora el gobierno les pagaba la mitad del precio del combustible que consumen, con el dinero sacado de un ente que los gobiernos anteriores dieron a conocer con el nombre de Fondo de Estabilización de Precios del Combustible. Un fondo creado para ser saqueado durante esos mismos gobiernos por lo que el gobierno actual lo recibió con un déficit cercano a los $36,7 mil millones de pesos. Así la situación debe entenderse el mal generado con este subsidio a los combustibles, que hoy le representa al Gobierno nacional un hueco fiscal que ningún otro gobierno ha enfrentado, un faltante acumulado hasta este año de cerca de $115 mil millones de pesos en el presupuesto nacional. Por lo que no es justo el que los gobiernos anteriores hayan preferido pagarle con la plata del erario público el acpm a los empresarios del transporte de carga y pasajeros, a tener que invertirlos en la construcción de más instituciones educativas, hospitales, acueductos carreteros veredales. Mejorar el pago de los policías, los soldados, del personal que trabaja en los hospitales y de los profesores. Todo porque se creo la leyenda que ha mandado a creer en que el subsidio al combustible de los camiones ayudaba a abaratar el precio de la canasta familiar, cuando en la realidad no es así.

Ahora, después de haber disfrutado de un subsidio que nunca debió de darse los millonarios empresarios del transporte reviran, se enojan y salen a reclamar que no se está considerando en las cuentas del gobierno sus posibles perdidas y las que ya suman. El solo verlos alardear de su poder montados sobre sus máquinas de mas de 800 millones de pesos o detrás de ellas escoltándolas sobre carros de alta gama debe poner a pensar a más de un colombiano de a pie en si ha sido justo o injusto el trato que han venido recibiendo de parte de los gobiernos anteriores. No están quebrados ni van a quedar en la calle por tener que pagar 1900 pesos más por galón. Pues ese costo siempre lo trasladan al precio de la carga. Precio que nunca se ha fijado solo con base en el precio del diésel. Pues al él se suman el pago de los peajes, que tampoco tiene porque ser menor al que el resto de colombianos pagan en tanto que son ellos los que más las gastan y no puede pensarse en una tarifa diferenciada tan solo porque mueven por las carreteras la comida y el progreso del país, como se le da a creer a ese colombiano que come, viste y se asea con productos en cuyos precios se incluyen esas erogaciones que los transportadores presentan como si realmente las hubieran pagado ellos en su totalidad.

Si se quejan porque tienen que pagar precios altos en la compra de los repuestos y demás requerimientos para el mantenimiento de sus carros, a la espera de que el gobierno se muestre más generoso con ellos que con el resto de colombianos, a los cuales no les cobija sino un mínimo subsidio de sobrevivencia porque las ayudas millonarias tienen que desviarse para un solo grupo el que pese a su solvencia busca gastar menos o no hacerlo. Aprovechándose de su condición de tener el monopolio de la carga plantan sus máquinas en la mitad de las vías para obligarlo a que con la plata del Estado financie la mitad de su negocio para de esa manera disfrutar de una ganancia cercana al ciento por ciento. Es que como dicen por ahí, a demás de gordos hinchados. Alguien preguntaba por ahí ¿cómo se llega a ser rico en un país como este? Fácil.