P. Narciso Obando.

Seamos coherentes y elijamos a conciencia

Actualmente estamos presenciando las acciones y actividades de las diferentes campañas políticas con miras a las elecciones del año 2022. Como siempre todos los candidatos, sobre todo los presidenciales, prometen acabar con la corrupción, la violencia, la inseguridad, la pobreza y todas las plagas sociales que nos aquejan.

Para ello, ofrecen crear fuentes de empleo, mejorar salarios, atención al campo, apoyos a los menos favorecidos, gratuidad en la educación, policías más eficientes y respetuoso de los derechos humanos, combate frontal a la delincuencia, etc. Todo eso está muy bien. Pero por décadas, anteriores candidatos han ofrecido lo mismo, y no han cumplido a cabalidad; por ello, hay tantas inconformidades y desconfianzas. 

No hay que dejarse contaminar por la publicidad del que más ofrece, sino analizar la coherencia de su vida y las garantías que nos da de cumplir sus ofrecimientos. Hay que conocer sus aliados, porque si éstos son turbios, deshonestos, violentos e irresponsables, hay que desconfiar.

La inseguridad, la violencia, la corrupción y los demás males no llegan solitos, ni sólo por el atractivo del dinero fácil y rápido, ni sólo por culpa del gobierno, sino que tienen hondas raíces en la falta de familias bien integradas y desafortunadamente una evangelización superficial.

Se han propiciado leyes y prácticas contra la vida y la familia, y con ello se ha arruinado nuestra sociedad. Hijos sin padres, hogares violentos, falta de educación en valores morales desde la familia, inestabilidad emocional de los hijos, divorcios al por mayor, separaciones sin razones profundas, infidelidades conyugales, legislaciones abortivas, escenas televisivas de parejas superficiales y libertinas, etc., todo esto ha propiciado que muchos adolescentes y jóvenes se desmoronen, pues no tienen bases sólidas de amor, verdad y servicio, sólo buscan el placer, nada ni nadie les importa más que ellos mismos, se integran a bandas delictivas y son un peligro para la sociedad. Carecen de una familia estable y armoniosa, que los defienda de atractivos falsos que los enganchan y engañan.

Considero por eso urgente que se lleven a cabo políticas concretas que ayuden a las familias, de las que, por otra parte, depende el futuro y el desarrollo de los estados. Sin ellas, de hecho, no se pueden construir sociedades que sean capaces de hacer frente a los desafíos del futuro.

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Al mismo tiempo, no podemos olvidar la situación de familias rotas a causa de la pobreza, de la violencia y los desplazamientos forzados. Con demasiada frecuencia, tenemos ante nuestros ojos el drama de niños que cruzan solos los confines que separan al norte del sur del mundo, muchas veces víctimas del tráfico de seres humanos.

La familia bien constituida en amor, es la base de una sociedad justa, pacífica y fraterna. Sin esto, ni con más policías, ni con más leyes, ni con más dinero, mejoraría el país. Por ello, se necesita una roca sobre la que se establecen cimientos sólidos. Y la roca es precisamente esa comunión de amor, fiel e indisoluble, que une al hombre y a la mujer, una comunión que tiene una belleza austera y sencilla, un carácter sagrado e inviolable, y una función natural en el orden social: La Familia. ¿Quién de los candidatos procede de una familia estable y armónica? ¿Quién garantiza la protección de verdaderas familias? ¿Quién vive con valores confiables, y no sólo de propaganda? Razonemos a quién apoyaremos con nuestro voto.

Por: Narciso Obando López, Pbro.