Los debates presidenciales en Colombia deberían tener la misma o mayor audiencia que un partido de la selección nacional en el campeonato del mundo de fútbol o de la transmisión de Miss Universo cuando quedan dos bellezas, y una es nuestra. No sé si por estos escenarios alguien pueda cambiar su voto; si sucede, se estaría cumpliendo con el objetivo de generar reflexión en el indeciso.
Ahora tenemos una ventaja enorme para empaparnos de lo que sucede en dichos espacios políticos. Podemos analizarlos en cualquier momento, solo es reproducirlo en el celular; nuestra responsabilidad como patriotas es, por lo menos, escuchar a todos los candidatos, y si a eso le suma pensar en las propuestas, pues estará cumpliendo mejor como ciudadano.
Lo que sí es importante tener en cuenta es razonar sobre los convocantes, entender la manipulación y los intereses del medio de comunicación que lo organiza. No está bien que en un debate se invite a un público estratégico para que solo aplauda a un sector. Aunque no lo crean eso lleva a encaminar, sobre todo, a los que no saben aún por quién votar.
“Analice lo que propone su candidato y por lo menos escuche a sus contradictores; lo llevará a pensar y eso es la base de la democracia”.
Un debate de ensueño, sin intereses, sería de la siguiente forma: enfocarse en problemas estructurales para que el candidato trace su solución en un tiempo prudencial e ipso facto pase a ser analizada por tres expertos en el tema, ellos examinan qué tan viable es la propuesta. Por supuesto, dichos observadores deben ser independientes, incluso, extranjeros.
El conductor del debate podría ser cualquiera, solo debe someterse a hacer cumplir los tiempos y dar la palabra. El medio de transmisión sería la unión de las cadenas con mayor acceso en el país. Hay muchos lugares en Colombia que no tienen internet, entonces se debe suplir con RCN y Caracol televisión.
Lo anterior muy difícil verlo, es utópico, pero demuestra que no se hace, porque sencillamente no se podría manipular. Estoy seguro de que esta idea la deben tener muchos directores de medios, pero como ellos no mandan, les toca agachar la cabeza y decir sí señor.
Por: Emilio Jiménez Santiusti

