Se cae el gigante Ecopetrol, la empresa que por décadas ha sido el orgullo de la economía colombiana, atraviesa una crisis que cada vez se agrava más. El valor de su acción ha caído a su nivel más bajo desde 2020, reflejando no solo la falta de confianza de los inversionistas, sino también la incompetencia de una administración que parece estar más enfocada en discursos incendiarios que en la solución de los problemas estructurales del país.
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Bajo el gobierno de Gustavo Petro, la incertidumbre en torno a Ecopetrol ha alcanzado niveles alarmantes. Los ataques recurrentes a los oleoductos, como el Caño Limón-Coveñas, han comprometido la infraestructura clave de la empresa, afectando la producción y distribución de crudo. En vez de implementar una estrategia clara para proteger estos activos y estabilizar la compañía, el gobierno ha dejado que la situación se desmorone, como si las consecuencias fueran menores. Sin embargo, el impacto es enorme: cada ataque no solo golpea el corazón económico de la empresa, sino que repercute en las finanzas del Estado, debilitando aún más un país que ya se tambalea por decisiones económicas erráticas.
Perdidas millonarias
Los constantes cambios en la junta directiva y las vicepresidencias de Ecopetrol han generado una confusión interna que proyecta hacia los mercados un mensaje claro: no hay liderazgo. La empresa, que debería ser un bastión de estabilidad y eficiencia, parece ahora una barca a la deriva. Y lo peor es que esta situación no es casualidad. La falta de una política energética coherente, sumada a los discursos populistas y divisivos del presidente, ha creado un ambiente de inseguridad que los inversionistas no están dispuestos a tolerar.
La caída en el precio del petróleo Brent también ha jugado un papel importante, pero ese es solo un factor más en una tormenta perfecta. Lo que preocupa es que el gobierno no ha mostrado capacidad para enfrentar los desafíos, sino que ha optado por confrontar a aquellos que no comparten su visión, mientras el país entero sufre las consecuencias. ¿Hasta cuándo se puede permitir que una de las empresas más importantes de Colombia se siga hundiendo sin que se tomen acciones contundentes? La caída de Ecopetrol no es solo un problema empresarial, es un problema nacional. Como empresa estatal, sus ingresos son fundamentales para las finanzas públicas. Una Ecopetrol débil significa un país más vulnerable, con menos recursos para educación, salud y desarrollo social. Se cae el gigante Ecopetrol.