Se agotan los calificativos para describir la aguda crisis que sin precedentes en la historia, está viviendo el agro en todo el país, pero haciendo referencia a nuestro departamento el perjuicio es múltiple para la tierra productiva y el desconcierto total.
Deben haber más, pero entre ellos hay cuatro factores que están llevando a la ruina y casi a darse por vencidos a agricultores y campesinos nariñenses, que se sienten huérfanos de ayuda estatal y no encuentran alternativas que salven el estado calamitoso de un grueso número de coterráneos.
Digamos que la pandemia, mucho ha tenido que ver en el cultivo de las cementeras propias de estos pisos térmicos porque desde la época en que autoridades gubernamentales y de salud a nivel nacional decretaron cuarentenas con aislamientos prolongados, las fincas y aún pequeñas parcelas se vieron abandonadas y sin el cuidado que requieren para su crecimiento y producción.
«Qué triste al agro lo están ahogando: la pandemia, entidades gubernamentales, insumos, invierno y sin relevo generacional».
Los insumos que en todo tiempo han venido elevando su valor comercial y hoy más que nunca llegan a precios inalcanzables para un sector que siempre ha sufrido de la indiferencia de los gobiernos. Y cuando son de procedencia extranjera se agrava el problema. En muchas regiones no se está utilizando sustancias como abonos, fertilizantes y dejándolo todo a la buena de Dios.
Otro es el cambio generacional que como en ninguna otra industria se hace más visible porque los jóvenes ya no quieren reemplazar a sus padres en la agricultura y prefieren de cualquier manera salir de las zonas rurales para seguir estudiando o trabajando en otros lugares. A este tiempo los únicos jornaleros son los veteranos entre 70 y 80 años.
Las lluvias están siendo una de las causas de mayor daño para el agro, con deslizamientos, avalanchas, erosión y saturación de agua que en los cultivos obstaculiza todo el proceso de crecimiento con cuantiosas pérdidas para el agricultor que ha invertido y que en ocasiones lo ha hecho por préstamos bancarios. Los caminos intransitables y las dificultades para sacar al mercado lo poco que hay.
Pareciera que todo se ha ensañado contra el agro y por lo pronto no se le halla una salida para medio sacudirse de este mal que mantiene no preocupados sino angustiados a quienes se sirven del cultivo de los productos del campo. Muchos de ellos se quejan que en tiempo de política todos hablan de apoyar la agricultura, pero cuando llegan a las corporaciones se olvidan.
Qué triste al agro lo están ahogando: la pandemia, entidades gubernamentales, insumos, invierno y sin relevo generacional.
Por: Sofonías Rodríguez M.

