Samaniegos

El Gobernador ha reconocido que el Informe de la ONU sobre derechos humanos en Nariño es “crudo y duro», porque así es la guerra y un principio de solución de los problemas es reconociendo su existencia.

Por todos los medios y en diferentes tonos he predicado que lo más grave de Las guerras es la indiferencia de la sociedad, pero más, acostumbrarse a ellas como si formaran parte de un dantesco paisaje. Alguna vez López Michelsen dijo que si la guerra llegaba a Nariño todo estaba perdido y parece que hubiéramos llegado al punto de no retorno. Samaniego es un pueblo pujante y culto; pero la guerra no le permite desplegar sus potencialidades, lo mismo que en la cordillera, la costa nariñense, el Pacífico colombiano y otros más dentro del país, porque la economía en la que se sustenta la guerra ha permeado la sociedad en casi todos sus intersticios y el ciudadano de bien directa o indirectamente termina siendo cómplice por acción o por omisión.

Parece que de nada sirven los informes sobre violación de derechos humanos de la ONU, los Puestos de Mando Unificado, Consejos de seguridad, las múltiples alertas tempranas, frecuentes visitas de los altos dignatarios del Estado, las órdenes y las sentencias judiciales, las extradiciones, las mesas y las misas; porque el combustible que anima las guerras, se multiplica, pues al desaparecer los carteles sus operaciones se “democratizaron” al aparecer  infinidad de microindustrias campesinas que in situo siembran, procesan y venden las drogas, pues siempre será más fácil sacar a vender una libra de base de coca que un bulto de plátano.

¿Qué hacer, si la erradicación forzosa, la manual, el glifosato y la represión al campesino han fracasado? La más elemental lección de economía enseña que mientras haya demanda habrá oferta y los Estados Unidos por cada US$10 que gastan en combatir la producción solo gastan US$ 1 en combatir el consumo porque su interés es quedarse con el dinero, por eso allá están despenalizando el consumo de estupefacientes, así como hicieron con el whisky de Al Capone. La despenalización propuesta por expresidentes y economistas gringos.

Mientras tanto bienvenido todo esfuerzo por crear conciencia social e intentar erradicar las causas objetivas que generan las violencias como los que lidera el gobernador.