Por: Pablo Emilio Obando
En mayo de 2024 los docentes de Colombia reciben la noticia por parte del gobierno nacional de algunos cambios en la implementación del servicio de salud. Se escuchan voces de alerta sobre la inconveniencia de avanzar en una medida que algunos consideran producto de una improvisación. Para otros era una medida necesaria y oportuna.
Lo cierto es que desde inicios de la implementación de esta medida se notaron vacíos y falencias que afectarían la atención médica y de especialistas, lo mismo que entrega de medicamentos. Los hechos, lamentablemente, demuestran que las voces de alerta tenían asidero y se empieza a sentir con rigor la dispensación de medicamentos y la lentitud en la asignación de citas médicas y de especialistas.
PROINSALUD anuncia en un comunicado que a partir del 11 de agosto se suspende la entrega de medicamentos. Pacientes con enfermedades terminales y de inaplazable tratamiento – cáncer, leucemia, etc.- miran con profunda preocupación como sus tratamientos deben suspenderse o aplazarse indefinidamente. Las deudas con esta entidad ya son demasiado altas y no se vislumbra solución alguna.
Hoy, en instalaciones de FOMAG, un nutrido grupo de maestros al mirarme me solicitan sea su vocero ante la opinión pública y se denuncie esta situación que afecta la salud y pone en riesgo su propia vida o la de un familiar cercano.
Una gran cantidad de maestros, aglomerados y en un estado total de exacerbación, inicia un pequeño motín con el fin de que se los atienda dignamente. Solicitan un trato decoroso y con respuestas efectivas. Muchos de ellos padecen enfermedades graves y delicadas y esa espera interminable en busca de una respuesta positiva, que no llega, los obliga a buscar respuestas a sus inquietudes.
En los inicios de los anuncios de estos cambios realizamos una serie de artículos periodísticos en la pretensión de alertar y llamar la atención del gremio magisterial y de sus dirigentes. Recibimos indiferencia, insultos y señalamientos. Para algunos era una simple transición y era natural que se presenten problemas y dificultades. Fue imposible hacerles entender que la UPC acordada no era óptima y que como una avalancha se vendrían los problemas y la prestación adecuada del servicio médico a los docentes.
La angustia y la desesperación en las instalaciones de FOMAG era evidente. Entre gritos, temores y sudores los docentes no sabían a quien reclamar. Siempre expresamos que este cambio de modelo era improvisado y nefasto. Los hechos nos dan la razón.
Lo observado en las instalaciones de FOMAG nos permite expresar que se avecina un delicado problema para el magisterio de Nariño. Como lo expresara esta docente, en medio de lágrimas e inquietudes, QUEREMOS QUE NOS DIGAN LA VERDAD y saber quién o quienes son los responsables de arrastrar al gremio docente a una verdadera crisis en su modelo de salud.
Siempre expresé que no es FOMAG, o la PREVISORA. Lo cierto es que el mal ya está hecho y se requieren soluciones prontas y efectivas. Ojalá que ante esa evidencia no se nos diga que buscamos al muerto río arriba o que nuestra mirada busca en un horizonte equivocado.
Se requieren líderes sensatos y valientes que reconozcan sus errores y falencias. Negar lo evidente no es afrontar debidamente una problemática que crecerá con el transcurrir de los días. No se puede negar que se cometieron muchas equivocaciones y desaciertos y que faltó malicia indígena para conocer las verdaderas intenciones de quienes vendieron un engaño y lo pusieron como modelo en Nariño. La ingenuidad del gremio magisterial los llevó a aceptar docilmente unos cambios que no tenían un sustento financiero adecuado.
Nos solidarizamos con los maestros que hoy levantaron su voz de protesta, así sea solitaria, para iniciar un movimiento que busque la reivindicación de sus derechos.

