Una nueva jornada de violencia sacudió a Río de Janeiro, donde una operación policial de gran escala dejó al menos 20 muertos y decenas de heridos en los complejos de favelas de Alemão y Penha, zonas dominadas por el grupo criminal Comando Vermelho.
La acción, en la que participaron más de 2.500 agentes de la policía militar, civil y federal, tenía como objetivo capturar a líderes del narcotráfico que controlan la distribución de drogas y armas en buena parte del norte de la ciudad. Durante el operativo se registraron intensos tiroteos, barricadas incendiadas y bloqueos de calles, lo que obligó a suspender el servicio de transporte público y el funcionamiento de escuelas cercanas.
El secretario de Seguridad de Río explicó que se trató de una operación “planificada y necesaria” para frenar el aumento de homicidios y asaltos en la capital. No obstante, organizaciones de derechos humanos cuestionaron el uso excesivo de la fuerza y denunciaron la muerte de civiles ajenos a los enfrentamientos.
Entre los fallecidos se encuentran dos agentes policiales y un adolescente de 14 años, lo que ha reavivado el debate sobre la militarización de la seguridad pública en Brasil. La intervención se produce pocos días antes de que la ciudad acoja eventos internacionales sobre el cambio climático, motivo por el cual las autoridades buscan garantizar una imagen de control y estabilidad.
Los residentes de las comunidades afectadas relataron escenas de pánico, con disparos durante horas y viviendas dañadas por los enfrentamientos. A pesar de la magnitud del operativo, las autoridades reconocen que la violencia urbana en Río sigue siendo un desafío estructural que requiere políticas sociales además de acciones policiales.

