Resistir, insistir, persistir

En 1985, cuando DIARIO DEL SUR llegaba a segundo año de existencia, el ciclismo colombiano marcaba un hito en la historia de alta competencia
Ricardo Sarasty

Por: Ricardo Sarasty.

En 1985, cuando DIARIO DEL SUR llegaba a segundo año de existencia, el ciclismo colombiano marcaba un hito en la historia del ciclismo de alta competencia a nivel mundial. Lucho Herrera o el jardinerito de Fusagasugá gana una etapa en la vuelta a Francia, pero no de cualquier manera, pues lo que la convierte en significativa es, además de ser una de las más exigentes y riesgosas, la manera como este ciclista llegó al podio. Los registros fotográficos de esa jornada solo muestran un rostro, el del coraje, tan necesario para cuando de verdad se busca más que el éxito la gloria. Luchito Herrera esa mañana para los colombianos que seguían la transmisión de la etapa había salido decidido a ganar asumiendo todos los costos y riesgos, como pudo demostrarlo, consciente como lo esta de contar con la mejor energía, esa queda la voluntad cuando se la pone al servicio de las causas nobles. No por otra razón permaneció atento al momento oportuno para dar el arrancón requerido y luego con mucha inteligencia medir sus fuerzas para mantenerse, insistir en ir adelante, resistir el embate de los otros competidores que no eran inferiores a él y quizá con mejor dotación técnica que la de él, pero lo que lo convirtió en grande esa 13 de junio fue el haber reunido todas sus fuerzas y sacado de lo más hondo de su alma la fuerza para dominar el dolor y resistir sin dar una sola señal de flaqueza.

Para los que vivieron esos últimos minutos de aquella gesta el rostro ensangrentado del jardinerito cabalgando sobre lo que Arturo Rueda C había llamado caballito de acero, nunca se borrará pues es la imagen del que sabe que la gloria no lo es para los que dudan, le ponen reparos al camino y se sientan a esperar mejores condiciones. Los segundos que dura la caída y levantada del guerrero para de ahí en adelante comenzar a mostrar el como se llega vencedor al final del camino se traen a la memoria para honrar el nombre de otro grande en la historia de Nariño y del país todo: Hernando Suarez Burgos. Él a diferencia de muchos exitosos empresarios no quiso escoger la calma que bien pudo encontrar dedicado a administrar la renta de negocios menos azarosos y más promisorios, él se decidió un día por la incertidumbre propia de las grandes aventuras pero también por apostarle a dejar refrendada su firma como autor de una obra significativa en tanto que han contribuido a la transformación y mejoramiento de la sociedad sin esperar más recompensa por ello que el reconocimiento no para él sino para arduo trabajo, su esfuerzo y como en Lucho Herrera el tesón que hoy lo tiene celebrando los 40 años de una empresa a la que le aposto toda su vida, a la manera de los protagonistas de las grandes conquistas y con igual éxito.

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Cuando Don Hernando cuenta la anécdota aquella en la que durante un paseo por una feria industria a la que asistió con el interés de comprar un carro que le atraía, pero que al encontrarse frente a una maquina impresora cambio de parecer, para terminar, empacando la impresora y no el carro sin existir a un el periódico al cual daría vida meses después. Los que escuchan este episodio en la vida de Don Hernando no pueden más que dibujar en su mente la imagen de un ser que no se ha contentado con obtener lo más próximo y menos con un momento de alegría. El relato bien permite perfilar la silueta de aquel hombre que decide mostrarse escogiendo la lucha más exigente que requiere de ímpetu y fortaleza. Por ello lo alcanzado le amerita la corona de laureles.

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