Regreso a Ecuador: cómo ha cambiado mi país bajo el asedio de las bandas

Aterrizo en Guayaquil, la ciudad más grande de Ecuador, cargando un chaleco antibalas, un casco de protección y material de primeros auxilios.

Años atrás me habría parecido impensable reportar así en mi país. Aunque siempre ha sido convulso políticamente, era también una de las naciones más seguras de América Latina.

Ubicado entre los dos mayores productores de coca del mundo -Colombia y Perú- Ecuador se había mantenido al margen de la violencia vinculada históricamente con sus vecinos, a tal punto que se lo llamaba internamente “la isla de paz”.

En el extranjero, cuando yo decía que era ecuatoriana, la gente me hablaba de las islas Galápagos o de Quito. Ya no es así: ahora me preguntan cómo está mi familia, si todos están bien.

Una de las primeras noticias que nos asombró fue el secuestro y posterior asesinato de tres periodistas ecuatorianos del diario El Comercio en marzo de 2018, en manos de un frente disidente de las FARC, la guerrilla cuya desmovilización contribuyó a un reseteo del mapa del narcotráfico en la región.

De a poco se fueron sumando otros sucesos, como el primer motín carcelario coordinado en varias cárceles ecuatorianas, ocurrido en febrero de 2021, que dejó más de 75 muertos, y que se atribuyó al enfrentamiento entre bandas locales tras el asesinato en diciembre de 2020 de Jorge Luis Zambrano, líder del grupo Los Choneros.