El domingo fue reelegido el presidente Bukele del Salvador, con una aplastante mayoría de casi el 90%.
Este porcentaje lo dice todo frente a las críticas al régimen Salvadoreño, sobre la violación de los derechos humanos, actitudes antidemocráticas, y sobre violencia ejercida contra los 75.000 presos de las bandas de pandilleros, que asolaban al país, a extremos que hasta la movilidad de los ciudadanos en el país fueron afectados.
Ante esta situación, se presenta una disyuntiva entre las criticas anterior mente dichas, y el gran respaldo popular que recibe el presidente, lo cual indica la soberanía del pueblo expresada como una de las características esenciales de la democracia. Una expresión de respaldo a solo 10 puntos de alcanzar el 100% lo hace incuestionable como mandatario del pueblo salvadoreño. Me atrevo a pensar, dejando a un lado ideologías, que se puede interpretar el resultado frente a las críticas, particularmente refiriéndonos a la inconstitucionalidad de la reelección como una afirmación del constituyente primario, contemplado en la ciencia del derecho constitucional universal. Queremos decir que, con una expresión popular de tal magnitud, quedaría disipada cualquier duda por inconstitucionalidad de la reelección del presidente Bukele.
Por otro lado, habría que pensar lo referente a la violencia, o a la violación de derechos humanos, que siendo también principios universales serian válidas las críticas, pero que no deslegitiman la elección por las consideraciones, sobre lo expresado por el constituyente primario, que no deja duda de la voluntad popular, sin casi tener en cuenta a una exigua minoría.
Se nos viene a la memoria en Colombia, vigente el Frente Nacional, que llevó a cabo la alternancia entre el bipartidismo como canon constitucional. En aquella ocasión el MRL que presentó candidato presidencial contraviniendo la alternancia esgrimió la teoría del constituyente primario en caso de obtener mayoría. López Michelsen obtuvo minoría y no pasó nada.