Por: Edgar Enríquez.
Ya entramos en la recta final del año y con ello aumenta la presencia de personas en las calles y por consiguiente el comercio de todo tipo. Los almacenes quedan pequeños ante la avalancha de compradores, tanto locales como de otras ciudades.
Todos quieren comprar lo que sea, lo importante es no llegar a la casa con las manos vacías. Es que esta época es contagiosa y nadie quiere quedarse atrás.
En la calle los vendedores ambulantes ofrecen toda clase de artículos a voz en cuello y les aseguran a los potenciales clientes que están rebajados. Quieren aprovechar esa ‘fiebre’ que por este tiempo se apodera de nosotros los consumidores para hacer su agosto y reactivarse económicamente después de los estragos causados por el coronavirus.
Los salones de belleza o peluquerías unisex se llenan de clientes porque queremos despedir este año y darle la bienvenida al nuevo ‘bien chusquitos’.
Y si ganamos el salario mínimo y no nos alcanza para tanto, no importa, para eso están las compraventas donde ponemos en prenda las joyas de la abuela, no importan los intereses, que esas sí nos sacan de apuros.
Asimismo, tenemos la oportunidad de “compre ahora y pague en enero” o “separe su mercancía”, eso sí con los intereses que eso representa.
Como si esto fuera poco, en enero, apenas tratando de recuperarnos del guayabo de las fiestas de fin y comienzo de año, debemos echar mano de un amigo o del banco para que se compadezca de nuestra situación y nos haga un préstamo para la matrícula y los cuadernos de los muchachos que ya entran al colegio.
Así las deudas que adquirimos durante todo el año quienes no tenemos un empleo fijo o ganamos el salario mínimo, se vuelven eternas.
Prometemos, como en esta época del año, no volver a comprar a crédito ni pedir prestada plata para pasar la Navidad, el fin de año y el Carnaval, pero solo es eso, promesas.
Y si la plata la gastamos en un viaje de vacaciones la deuda es mayor; pero no importa, en esos días de descanso lo más saludable para la mente y el cuerpo es olvidarse del trabajo y los problemas, que nunca faltan.
Ah, y si piensa gastar ese dinero en regalos para la familia y los amigos, en comida y bebida, entre otras cosas, cuídelo de los ladrones, que en esta época abundan y están al acecho de sus potenciales víctimas, no vaya a ser que termine pagando al banco o a quien le prestó, lo que otro le robó.

