En Colombia ha surgido una preocupante tendencia al alza en la violencia relacionada con el ámbito político. Tras el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay (ocurrido el 7 de junio de 2025), se ha roto un cierto tabú que había limitado los ataques de alto perfil y ha generado temores de un retorno a niveles similares a los de las décadas de los 80 y 90. El gobierno de Gustavo Petro, primero de izquierda en Colombia, es visto como un actor polarizador: apoyado por su base social, pero criticado por su retórica, el uso de símbolos de guerra y los crecientes vínculos que se le atribuyen con grupos criminales.
La debilidad de las fuerzas de seguridad, la producción de drogas, la gran desigualdad socioeconómica (un tercio de los colombianos gana menos de ~US$ 114/mes) y la aproximación de las elecciones de 2026 hacen que el escenario político se vuelva más volátil

